SECCIONES

viernes, 6 de febrero de 2015

El País sin Erlich

Desde hace tiempo, años, ojeo la prensa en el ordenador (ya no puedo escribir "hojeo"). Y desde que estoy jubilado, por la mañana, después de desayunar, conecto la tableta, leo periódicos y revistas y entro en otros sitios webs —sobre todo, blogs— que he ido pacientemente seleccionando con el tiempo. Suelo echar un vistazo a varios periódicos, casi siempre en el mismo orden en que los he ido conociendo. Normalmente el primero que miro es El País, al que estuve suscrito y fue mi periódico favorito hasta no hace mucho. Echo un vistazo a los titulares, olisqueo un poco y, tras ellos, pincho en la pestaña de Opinión.

En Opinión suelo leer primero la columna del día (lunes, Almudena Grandes; martes, Rosa Montero, miércoles, Leila Guerriero… hasta Vicent, el domingo); después, algún otro artículo, e inmediatamente después (algunas veces no puedo esperar y es lo primero que miro) los chistes, el humor gráfico; además, en este orden: El Roto, Forges y Erlich. Algunas veces me han interesado también los de Ramón y Peridis, pero viñetistas fijos, los tres anteriores.
Desde que ha comenzado el año, Erlich no está en El País (tampoco Ramón); lo del primero ya me lo temía, pues el día de Nochevieja me encontré una nota en su último chiste del año que me hizo pensar que a partir de entonces lo tendría que buscar en otro sitio (http://bernardoerlich.com/). ¡Menos mal!, pensé, lo puedo seguir disfrutando.
 Bernardo Erlich
Tengo que decir que, con el tiempo, he ido viendo, con pesar, desaparecer importantes firmas que trabajaban o colaboraban en el periódico que tanto ha significado para este país y, desde luego, para mí. Últimamente el giro que ha tomado el diario no me gusta y voy directo, solo, a los nombres que todavía me ofrecen confianza.
Erlich y los lunes he llamado al montaje preparado para que los visitantes de Abonico se hagan una idea, si es que no lo conocen ya, de la categoría del humor de Erlich. ¿Por qué Erlich y los lunes?; porque me gusta el tema y porque han sido bastantes las viñetas que a él ha dedicado el argentino en los años en que ha publicado en El País. Podría haber sido Erlich y el matrimonio, o Erlich y la crisis, o… una mezcla de distintos temas.
Para acompañar las viñetas de este magnífico humorista sobre un tema tan delicado, el de ir a trabajar los lunes, he elegido una música acorde: un fragmento del Miserere de Gregorio Allegri (obra famosa sobre todo por una proeza que, tras escucharla, realizó Mozart siendo todavía un chaval, y que otro día contaremos). Es conocido también como Miserre mei, Deus, sus tres primeras palabras.
 
Gregorio Allegri
La palabra miserere, del latín miserēre, significa apiádate, y las tres primeras de la obra, Miserre mei, Deus, ten piedad de mí, Señor —o Ten compasión de mí, oh Dios, un significado muy cercano, creo, a las viñetas de Erlich y los lunes.
Vean:





domingo, 1 de febrero de 2015

Cadena perpetua y Mozart

Ya les dije que me gusta cortar trozos, para mí significativos, de películas con el fin de utilizarlos en clase  —cuando daba clases; ahora, para poner en Abonico—, sobre todo trozos musicales o que tengan que ver con la música. Y uno de los primeros que seleccioné, si no el primero, fue el que hoy les presento, un fragmento de Cadena perpetua, que es como llamaron aquí en España a The Shawshank Redemption (en otros países de habla también española se llamó Sueños de libertad,  Escape a la libertad o Sueño de fuga).

Cadena perpetua (EE.UU. 1994) es una película de Frank Darabont (guion y dirección), protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman y basada en la novela Rita Hayworth y la redención de Shawshank, de Stephen King. Se trata de un drama carcelario, una entrañable y muy entretenida película con un gran tema de fondo: la amistad; también la corrupción, así como la educación, el conocimiento y la sensibilidad frente a la barbarie.


Sinopsis (FILMAFFINITY): Acusado del asesinato de su mujer, Andrew Dufresne (Tim Robbins), tras ser condenado a cadena perpetua, es enviado a la cárcel de Shawshank. Con el paso de los años conseguirá ganarse la confianza del director del centro y el respeto de sus compañeros de prisión, especialmente de Red (Morgan Freeman), el jefe de la mafia de los sobornos.

Tuvo siete nominaciones a los Oscars de 1994, aunque no se llevó ninguno; enfrente tenía a Forrest Gump. Pero ha sido muy bien tratada por los críticos, entre quienes hay alguno (Pablo Kurt, en FILMAFFINITY) que, tras destacar que “el guión […] te atrapa poco a poco en un crescendo magistral, regalando uno de los finales más bellos de las últimas décadas”, dice que “Robbins nunca ha estado mejor, provocando con su contenida interpretación una empatía que me recuerda a Gregory Peck en Matar a un ruiseñor. Y […] Morgan Freeman, con una mirada tierna y sincera que te sentencia a quererlo a perpetuidad, sin necesidad de cadenas.”

Bueno… a lo que vamos, al fragmento seleccionado: Andrew Dufresne (Tim Robbins), una vez ganada la confianza de los carceleros, basada en la necesidad que de él tienen como experto en contabilidad, ha recibido, para la biblioteca del centro penitenciario, tras infinitas peticiones durante seis años, un cheque de 200 dólares más un lote de “libros usados y otras cosas”, entre ellas unos discos. Echa un vistazo a las cajas y toma en sus manos un álbum de Las bodas de Fígaro, ópera de W. A. Mozart sobre un libreto de Lorenzo da Ponte. El protagonista pone el vinilo en el tocadiscos y sorprende a todos encerrándose en la habitación y conectando los micrófonos para que se pueda oír en toda la prisión el duettino de la obra conocido como Sull’aria… che soave zeffiretto, o simplemente Sull’aria, o, también, como Canzonetta Sull'aria; se trata de un dúo entre dos personajes femeninos de la ópera: Susana y la Condesa de Almaviva. Bueno… mejor véanlo y escúchenlo, y presten atención también a los comentarios de Red (Morgan Freeman), que aquí les facilito:

“No tengo ni la más remota idea de qué coño cantaban aquellas dos italianas, y lo cierto es que no quiero saberlo: las cosas buenas no hace falta entenderlas; supongo que cantaban sobre algo tan hermoso que no podía expresarse con palabras, y que, precisamente por eso, te hacía palpitar el corazón. Os aseguro que esas voces te elevaban más alto y más lejos de lo que nadie, viviendo en un lugar tan gris, pudiera soñar. Fue como si un hermoso pájaro hubiera entrado en nuestra monótona jaula y hubiese disuelto aquellos muros, y por unos breves instantes hasta el último hombre de Shawshank se sintió libre. […]”

La versión que escuchamos en la película es de 1968, la del entonces considerado por muchos el mejor director mozartiano, Karl Böhm, al frente de la Orquesta de la Ópera de Berlín, y el duettino lo interpretan Gundula Janowitz (Condesa de Almaviva) y Edith Mathis (Susanna).

Como en el trozo seleccionado los comentarios de Red (Morgan Freeman) no dejan escuchar la música como es debido, ahora pongo, para los interesados, el mismo fragmento musical, en la misma versión, pero sin las palabras del recluso: disfruten.


martes, 27 de enero de 2015

El catarro de Paula

Para apoyar mis actividades lúdico-musicales suelo defender que el niño es puro juego, que juego y niño son una misma cosa. El niño juega siempre, y pierde las ganas de jugar  solo si está realmente enfermo, con fiebre. Acabo de comprobarlo esta semana pasada en unos días en que mi nieta Paula ha estado acatarrada.

Voy a pasar la tarde con ella. Cuando llego la encuentro sentada en su silleta y apenas despliega la energía necesaria para llamarme: abuelo Pepe, abuelo Pepe, repite incesantemente en voz muy baja, pero apenas se mueve ni sonríe: ninguna manifestación de alegría. La tomo con mucho cuidado, la beso y la observo: tiene las manos y la cara muy calientes, marcadas ojeras dibujadas bajo los ojos vidriosos, tose y está muy mocosa, mocos que yo limpio muy suavemente con una toallita de vez en cuando. Está mal.

Su madre me proporciona un antitérmico para que se lo dé yo porque con ella se niega a abrir la boca. Y… ¡Sorpresa! Paula se lo toma ejemplarmente; a la media hora la fiebre ha bajado e inmediatamente se nota porque comienza el movimiento, la actividad incesante, aunque quizás no con la energía de otros días, pero actividad al fin y al cabo. Paula vuelve a ser Paula; inicia los viajes al rincón donde tiene los juguetes y me va trayendo —uno tras otro— algunos para que juegue con ella.

Últimamente le hace tilín la plastilina y con ella hacemos —su abuelo practica con paciencia para adquirir pericia— bolitas de distintos tamaños y otras sencillas figuras elaboradas con moldes —una estrella, la luna, distintos animales…—, que ella, ordenadamente, va colocando encima del mueble sobre el que se apoya la tele.

A Paula le encanta llevar en los bolsillos de una suave y preciosa bata rosa toda clase de pequeños objetos: infantiles cogedores del pelo con figuritas, unos cuantos chupachups y piruletas —que, por cierto, pocas veces la veo comer—, las bolitas y figuras de plastilina antes mencionadas... ¡Ah!, y algunas monedas. Hay que ver el trajín que lleva con esas cositas, pasándolas continuamente de sus bolsillos a un pequeño bolso redondo con cremallera que le regaló su abuela Toñi, y de este a sus bolsillos o, de nuevo, a la exposición que monta en el mueble de la tele.

Paula con su bata rosa

Llega la hora y me voy más tranquilo.


sábado, 24 de enero de 2015

No ha sido tan malo

—¿Que cómo ha sido 2014? ¡Hombre!, pues qué quieres que te diga... un año pésimo. Mira, lee: “España es líder de Europa en desigualdad por el paro crónico y la precariedad del empleo juvenil(Info Libre, 6/1/2015).

—Pues aquí dice que “Los dueños del Ibex son 27.168 millones más ricos que hace un año (Público, 5/1/2015).

—¡No me jodas!, esos siempre ganan; mira cómo ponía Forges a sus directivos en marzo de 2011:
 Forges - 7/3/2011 - El País
—Bueno…, incluso con todo lo que ha llovido… yo creo que no ha sido tan malo el año pasado.
—¡Hombre!, depende de con qué otro lo compares. Si nos vamos a los duros años de la dictadura…
—Ya estamos; tú, como siempre, optimista: ¡la alegría de la huerta!
—Di, mejor, realista. Ya sabes… un pesimista es…
—Sí, ya lo sé, un optimista bien informado, esas gracietas las sabe todo el mundo.
—¡Vamos a ver!, no podemos calificar de pésimo —por lo menos en nuestro país— un año en el que abdica un rey y se decide sentar en el banquillo —con un par de… del juez— a su hija (la hermana del rey sucesor); un año en el que irrumpe un nuevo partido en la escena política, ocasionando un terremoto, ilusionando a mucha gente y promoviendo cambios en las cúpulas de otros partidos; un año en el que dimiten dos ministros del gobierno; un año en el que se dan algunos tímidos avances contra la corrupción y entran en la cárcel —no sé por cuánto tiempo— un exministro, un banquero, un extesorero del partido gobernante —aunque acaba de salir, espero que provisionalmente—, un torero, el presidente de un club de fútbol, una tonadillera…; un año en el que un honorable pasa a ser exhonorable; un año en el que pillan a unos golfos que han tirado de tarjeta “negra” desvergonzadamente; un año en el que un consejero de sanidad es destituido por falluto…
—¡Hombre!, visto así… no ha sido tan malo, no.
—Pues eso.
—Bueno… pero todavía te has dejado algunas cosas.
—¡Vaaale!, pues añade “un largo etc.”
—¡Vaale!