SECCIONES

viernes, 30 de octubre de 2020

¿Adiós a las mollas?

Poco después del comienzo del verano, se me averió la taladradora que utilizaba para sacar y meter los toldos de la terraza (la tercera máquina que ha dado su vida en la realización de esta labor a lo largo de veinticinco años). Desde entonces, mientras pienso si compro una cuarta o llevo a reparar la que tengo, realizo el trabajo de los toldos a mano (cientos y cientos de vueltas de manivela cada día), y vengo observando cómo poco a poco los músculos de mis brazos, y algunos otros —del pecho, de los hombros...—, se van fortaleciendo, endureciendo y aumentando su volumen, al tiempo que la labor de darle vueltas a la manivela se va haciendo, también poco a poco, menos dura. De modo que últimamente me pregunto si, de seguir así, podría estar cercano el final de esas flacideces de mis brazos que tanto atraen la atención de mis nietas; aunque me temo que no, que ni cercano ni lejano, que esas «mollas», como las llaman ellas, vinieron para quedarse.

 

viernes, 23 de octubre de 2020

Necesidad

¡Cuántos libros perdidos a lo largo del camino, en ese frecuente trasiego de préstamos a unos y a otros!; sobre todo, me suelo lamentar, ya sin remedio, de la ausencia en mis estantes de ejemplares muy importantes para mí, significativos y emotivos recordatorios de momentos y circunstancias muy especiales en mi vida, como La forja de un rebelde, de Arturo Barea y La gallina ciega, de Max Aub, los dos títulos que, de pronto, me vienen a la cabeza, ambos prohibidos durante muchos años en nuestro país por la censura de la dictadura franquista.

Últimamente le doy vueltas a la idea de que he de volver a adquirir ambas obras, pero ahora me apetece, diría que con urgencia, la compra de La gallina ciega, el afilado diario que escribió Aub sobre una visita que, desde el exilio, hizo a España en 1969.

No recuerdo haber leído esta obra a conciencia cuando —¡hace ya tantos años!— la tuve en mis estanterías, una edición mexicana comprada en la mítica Librería Española, en París, en una para mí muy reveladora e inolvidable visita realizada en los primeros años setenta, cuando, ya maestro en activo y comenzando a estudiar Filosofía y Letras, acompañaba a Toñi y sus compañeras de COU en su viaje de estudios.

Ahora dispongo de La gallina ciega en formato digital, y, tras haberle hecho recientemente unas cuantas catas muy sabrosas, he llegado a la conclusión de que necesito leerla bien leída, y en papel, para, tranquilamente y lápiz en mano, poder anotar y subrayar a conciencia todo lo que me interese de ella, y de su autor, y de aquella España en la que yo cumplía dieciocho años y todavía no me enteraba mucho de lo que pasaba en ella...; para, en definitiva, disfrutarla.

 

viernes, 16 de octubre de 2020

Mal asunto

Aunque no recuerdo la fuente de la cita, aseguraría que esta es literal, porque cuando leo suelo anotar, y entrecomillar llegado el caso, aquello que me parece interesante, sobre todo si lo creo merecedor de alguna pensada y comentario posteriores (por cierto, mi hermano decía que a las grandes pensadas, a las más importantes, hay que dedicarles su tiempo cuando estás sentado en la taza del váter, que él así lo hacía y le iba muy bien).

La cuestión es que tengo apuntado y resaltado entre comillas en una de mis libretas —leído no sé dónde ni cuándo— que Séneca dijo: Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti; y desde la primera vez que lo leí, en cada ocasión en que me viene a la cabeza, suelo responder para mis adentros: «mal asunto».

Y es que… te pasas gran parte de tu vida buscando la aprobación de los demás (el aplauso, el halago, el beneplácito…), y no consigues, precisamente por ello, la tuya propia. En ese sentido, piensas que, si no harto, sí es como para estar insatisfecho, cansado de ser como eres, de ser tú.

«Si te importa demasiado lo que piensen de ti, te conviertes en propiedad de otros» (Canet, Carmen: Luciérnagas. Sevilla: Renacimiento, 2018, pág. 38).