SECCIONES

domingo, 30 de noviembre de 2014

¿Cárceles o escuelas?

Unos días atrás recordaba yo que hace muchos años circulaba en este país un chiste referente a un par de políticos. Los personajes de la historia en cuestión son Don Gerifalte, de profesión ministro, y Don Agradecido, su secretario. Ambos tienen que visitar en un mismo día una escuela pública y después una cárcel.
En el primero de los casos, tras escuchar las quejas y peticiones del director del centro, Don Gerifalte se despacha rápido, pasa evasivamente de puntillas al mencionar los problemas que acaba de escuchar y deja a su subordinado para que haga un par de promesas de cosas sin importancia que, además, le dice a él en un aparte, ya verán después lo que hacen, si las cumplen o no.
En el segundo caso, ya en el establecimiento penitenciario, y también tras escuchar las quejas y peticiones del director, Don Gerifalte se lo toma más en serio y promete, él personalmente, resolverlas todas y, además, conseguir para el centro todos los adelantos y comodidades imaginables e inimaginables. Don Agradecido, su subordinado, sorprendido, le dice, por lo bajines:
 —Pero jefe, ¿¡en la escuela… tan poco, y aquí… tanto!?
 A lo que Don Gerifalte contesta, también por lo bajines:
—¿Hay alguna posibilidad de que nosotros volvamos a ser escolares, de que acabemos en la escuela?
—No.
—¿Y en la cárcel?
—¡¡¡!!!

Esto es lo que me vino a la cabeza al leer en InfoLibre (03-11-2014) este titular de prensa:

  
¿Tendrá esa cárcel todos los adelantos y comodidades imaginables?

lunes, 24 de noviembre de 2014

No todos los políticos…

Dicen Les Luthiers, en una de sus maravillosas actuaciones (cito de memoria):

No todos los negros son maltratados en Estados Unidos, (pequeña pausa) algunos negros son maltratados en otros países.

Pues bien, yo, en la línea de los magníficos argentinos, y sin temor a pillarme los dedos, me atrevo a afirmar lo siguiente:

No todos los políticos son corruptos en España, (pequeña pausa) algunos políticos son corruptos en otros países.

¿De acuerdo?

jueves, 20 de noviembre de 2014

Conjugación del corrupto

Conjugación propia del corrupto 

Yo no soy.
Tú eres.
Él sí que es.
Ella también es.
Nosotros no somos.
Vosotros sí que sois.
Son ellos.
       Felipe Benítez Reyes
       Blog Mercado de espejismos (01-02-2013)

Ya recomendé, en Estampas leales (en chino) —una entrada anterior de Abonico (21-02-2014),  Mercado de espejismos, blog de Felipe Benítez Reyes (Cádiz, 1960), y les decía que es uno de los poetas españoles más importantes de la actualidad, que toca casi todos los géneros y cuenta con el Premio de la Crítica, el Nacional de Literatura y el Nadal. Y que su obra Cada cual y lo extraño (Destino) fue elegido “mejor libro de cuentos del año 2013” en una encuesta entre los lectores de El País.


jueves, 13 de noviembre de 2014

Paula y los libros

Paula es pequeña, tierna, suave, tan rica por fuera —y por dentro— que se diría toda un bombón... ¡Uy!, perdón, Juan Ramón.

Sí, aquí tienen, de nuevo —¡vaya un pesao!—, a mi nieta Paula (ahora tengo que especificar: hay otra, una hermanita: Ángela). Hoy quiero dejar testimonio de su relación con la lectura y los libros, porque hay que ver lo que le gusta que su “elo”, yo, le “lea” cuentos: esos libritos de gruesas páginas, con poca letra, muchas ilustraciones y llamativos colores, con abundantes pestañas, solapas y trampillas para girar, desplazar, levantar…; libros que ella va eligiendo uno a uno siempre con el mismo ritual.

Llego a su casa y me siento en el sofá; pronto va al montón de los libros y me trae un ejemplar, que yo inmediatamente tomo en mis manos; entonces ella levanta los brazos indicándome que la tome y la siente sobre uno de mis muslos (“muslos”: ¡qué dos “eses”!, ¡vaya una palabra para los auténticos murcianos!). Una vez sentada me indica, señalándomelas, que me quite las gafas, pues, desde la primera vez —no necesitó más— se dio cuenta de que yo me las quitaba, de que no las necesito en distancias cortas, de que tengo que leer sin ellas.

Ya situados, comienza lo que llamamos “lectura”. Si no conoce todavía la historia, Paula presta mucha atención a todos los detalles; yo se la voy contando y ella pasa las páginas, señalando con el dedo tal o cual ilustración que le llama la atención y levantando o sacando las variadas solapas y pestañas que estos libros, como he dicho, suelen llevar. Y todo esto a la vez que se ríe, da algún gritito o hace algún gesto, a menudo teatral, aspaventoso a veces, siempre gracioso. Además nos entretenemos en las texturas —tocando el pelo del gatito, la cabeza del burro, la barriguita del oso— o disfrutamos de los colores, de las letras, de los números…

Pero… desde hace ya un tiempo se los sabe bien de tanto escucharlos; entonces tiene menos paciencia, va más a lo suyo; ya no espera y pronto pasa cada página —o pasa más de una—, dejándome con la palabra en la boca. Así que, constantemente, pone a prueba mi habilidad para adaptar la narración y continuar, con la máxima coherencia posible, con la siguiente página, con nuevas solapas, pestañas, etc.

Atraen mucho su atención unos libros-juegos en los que hay que encajar piezas en unas siluetas que las acogen; en uno, que le gusta especialmente, esas figuras para encajar representan animales, que Paula coge de uno en uno para, ya digo, situarlos en sus respectivos lugares; elegir la silueta adecuada, al principio le costaba, pero ahora lo hace como una autómata, ya no necesita ayuda, salvo, a veces —y debido a la falta de paciencia—, para encajar la pieza en la única posición en la que entra bien.

Terminado el cuento, Paula intenta zafarse, con movimientos laterales de culo, para que la baje de mi pierna, va a por otro libro y… vuelta a empezar; así hasta que los “leemos” todos, que son bastantes.

Como ya está aquí su segundo cumpleaños (hoy), y aprovechando, como he dicho, que ya se sabe de memoria las historias de los libros que tiene, le he comprado unos cuantos más, para aumentar su biblioteca y seguir estimulando así su curiosidad y su amor por la lectura. La verdad es que ya tengo ganas de que crezca y venga conmigo para elegir aquellos ejemplares que su “elo”, encantado, le regalará, consciente de la importancia que la lectura tiene para su formación.

¡Feliz cumpleaños, BOMBÓN!

jueves, 6 de noviembre de 2014

Duerme, negrito

En el trabajo docente, y concretamente en lo referente al cancionero, muchas veces me he visto atraído por lo exótico antes que por lo nuestro; por ejemplo, con la llegada de la navidad, prefería villancicos de otros países (frecuentemente, sudamericanos: Argentina, Bolivia, México…) antes que el famoso Pero mira cómo beben, y no era por menosprecio de los locales, sino por considerarlos muy oídos y resabidos.
El tema de hoy, Duerme, negrito, es una canción que llamó mi atención desde que la conocí; se trata de una nana con la que me ocurre lo mismo que con los villancicos: la prefiero por distinta, lejana, curiosa, original.
Cuenta Atahualpa Yupanqui que Duerme, negrito es una vieja canción tradicional que escuchó cantar a una mujer de color en la frontera de Venezuela-Colombia; Atahualpa la aprendió, le encantó y la caminó por el mundo.
La letra habla de una mujer negra que tiene que ir a trabajar a los cafetales y deja su niño para que lo cuide una vecina. Y esta le dice al niño, cantándole, para que se duerma, que su madre está trabajando y que le traerá muchas cosas —comida, sobre todo— que, en la vida real, desde luego, es imposible que le consiga dada su situación. También le dice que si no se duerme vendrá el diablo blanco y… ¡zas!..., mejor lo escuchan.
Como suele ocurrir, estas obras se popularizan y se extienden, se divulgan, en versiones variadas; de Duerme, negrito encontramos muchas: la del propio Atahualpa Yupanqui, las de Víctor Jara, Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Quilapayún… y la que más me gusta, la de Mercedes Sosa (la gran folklorista que nos dejó en 2009), que es la que hoy ofrezco en Abonico; la disfruté en su momento con mis alumnos y espero que guste a los visitantes del blog.
Aquí la tienen:

Y aquí, la letra:
(Según la versión de Mercedes Sosa)

Duerme, duerme, negrito,
que tu mama está en el campo, negrito.

Duerme, duerme, mobila,
que tu mama está en el campo, mobila.

Te va traer codornices para ti.
Te va a traer rica fruta para ti.
Te va a traer carne de cerdo para ti.
Te va a traer muchas cosas para ti.

Y si negro no se duerme,
viene el diablo blanco
y ¡zas! le come la patita,
chicapumba, chicapumba, apumba, chicapum.

Duerme, duerme, negrito,
que tu mama está en el campo, negrito.

Trabajando,
trabajando duramente, trabajando, sí,
trabajando y va de luto, trabajando, sí,
trabajando y no le pagan, trabajando, sí,
trabajando y va tosiendo, trabajando, sí.

Pal negrito, chiquitito,
pal negrito, sí
trabajando, sí, trabajando, sí.

Duerme, duerme, negrito,
que tu mama está en el campo, negrito,
negrito, negrito.