SECCIONES

viernes, 29 de diciembre de 2023

Tres villancicos antiguos

Bueno…, ¡por fin!, mi deseo, anunciado aquí la semana pasada, se ha hecho realidad. Sí, por fin hemos podido concluir a tiempo —o casi—, incluyendo a todos los músicos de la familia Abellán López, el ya tradicional vídeo navideño de estos recientes años pasados.

En esta ocasión se trata de Tres villancicos antiguos, obra instrumental —para oboe, corno inglés o clarinete, y fagot— del francés Paul Bonneau (1918-1995) —desconocido para mí hasta ahora—, «un director de orquesta, compositor y arreglista francés, cuya carrera se centró principalmente en el campo de la música ligera y el cine» (Wikipedia, 28-12-2023). Esta obra, aunque no difícil, sí resulta un poco más compleja de interpretar que el Jingle Bells de la semana pasada, debido a su textura contrapuntística.

En esta ocasión, el precio de trabajar contrarreloj ha sido el de no haber podido contar con la colaboración de algunas amigas y amigos de mis nietas —es la primera vez que no hemos podido hacerlo—, ni con la de otros miembros de la familia Abellán a los que queríamos tener con nosotros este año, aunque sí hemos disfrutado, y mucho, de la impagable aportación de Juan Francisco Cayuelas, que hizo el arreglo para flautas de pico (dedicándolo, «con todo mi cariño a mis “viejos” amigos Pepe Abellán y Víctor Meseguer»: me dice que porque había pensado que lo tocáramos los tres en un reciente festival de Navidad en la iglesia de su pueblo) y que ahora nos ha regalado, como siempre que se lo hemos pedido, su colaboración en la interpretación, su conocimiento, su experiencia… y, algo que creo muy importante, su excelente humor para estos eventos.

Al final, el resultado nos ha parecido bueno, por lo que he decidido escribir estas letras y hacer partícipes de todo a aquellas personas que se asomen a Abonico, aprovechando la ocasión para felicitarles el año entrante.

¡FELIZ AÑO NUEVO!

¡Ah!, se me olvidaba: Para añadir un toque lúdico, tras los tres villancicos, realizados uno a continuación de otro —encadenados—, tal y como están en la partitura, hemos añadido una recopilación de tomas falsas, que hemos superpuesto a los créditos con los que concluye la grabación.


viernes, 22 de diciembre de 2023

Jingle Bells

Ya cercana la Navidad, y tras sopesarlo detenidamente, acabo casi convencido de que a la familia Abellán López no nos da tiempo en esta ocasión para la realización del villancico que venimos publicando estos últimos años por estas fechas, y que comienza a ser considerado una costumbre, tanto entre los miembros de la familia como entre los amigos y conocidos que lo han ido recibiendo por guásap en las tres ocasiones anteriores. El mucho trabajo de mi hijo Jose, que ha sido el alma de la grabación hasta ahora, ha dificultado excesivamente (hasta el día de hoy: las pasadas navidades lo publicamos una semana después) la realización del por mí tan esperado acontecimiento músico-familiar.

Como, según se han ido aproximando estas fechas prenavideñas, me he ido temiendo lo que ahora comienzo a ver con bastante claridad, hace ya unos días que tomé la decisión —por si acaso— de preparar un vídeo con la interpretación de un villancico en la que participamos dos miembros de la familia: padre e hijo mayor, un vídeo que quiero utilizar este año como felicitación navideña (en él no aparecen el otro hijo y las dos nietas, presentes hasta ahora en la grabación realizada en cada uno de los tres últimos años, junto a algunas otras personas invitadas para cada ocasión).

La interpretación del villancico que ofrezco hoy en Abonico —el conocidísimo Jingle Bells— forma parte de una reciente actuación, en un festival de Navidad, del grupo de flautas de pico BRE (Bonanza Recorder Ensemble), del que soy un ilusionado integrante desde su fundación en los primeros meses de este mismo año que ahora acaba.

El BRE es un conjunto de flautas de pico cuya finalidad, además de la interpretación decente de un amplio repertorio musical, es el disfrute de sus componentes: flautistas de muy diversas edades y condiciones (desde tiernos estudiantes adolescentes hasta ya maduros profesores, e incluso algunos exprofesores jubilados, entre los que se encuentra un servidor, la persona de más edad en el consort), que, con diferentes aportes, nos enriquecemos unos a otros.

En esta agrupación contamos también —invitados para la ocasión muchas de las veces— con intérpretes de otros instrumentos —percusionistas, violonchelistas, clavecinistas…—, que complementan y dan variedad al conjunto de flautas, ampliando su colorido tímbrico.

En fin… espero que guste esta versión de Jingle Bells, realizada con desenfado, incluso con humor: sin la pompa y el protocolo tan habituales en la mayoría de este tipo de conciertos, una versión para la que los músicos del BRE nos adornamos (solo en esta obra, como propina y final de nuestra actuación) con unos gorros adecuados para estas fechas navideñas.

¡FELIZ NAVIDAD!

*

Adenda: Acabado ayer este artículo, recibo —hoy mismo, 22 de diciembre— una llamada de mi hijo Jose, para ver si mañana por la mañana nos reunimos los miembros de la familia que venimos interviniendo en la interpretación del villancico estos años anteriores y, junto con un invitado especial con el que ya ha contactado él —el gran Juan Francisco Cayuelas, director del BRE—, llevamos a cabo «la» grabación para la felicitación navideña de este año. Me muestro de acuerdo y no le digo que ya tengo hecho un apaño para tal finalidad.

Así que ahora me encuentro ante un auténtico dilema: no sé si publicar hoy mismo lo ya realizado, y dejar para la próxima semana la grabación de mañana, o esperarme a mañana y, por la tarde, editar y publicar, si resulta satisfactoria, la grabación matutina. ¿Y…?: pues creo que la mejor elección es la primera, por aquello de más vale pájaro en mano… y también por aprovechar lo ya hecho. Así que la próxima semana, si todo sale como espero, habrá nuevo vídeo musical abellanesco.


viernes, 15 de diciembre de 2023

Autoinspectivo

En el féisbuc de Ángel Sánchez Harguindey leí, hace ya un tiempo, una reflexión de Antonio Machado que me atrae y de la que resalto el término «autoinspectivo», que me ha gustado mucho y del que me apropio enseguida.

Tengo un gran amor a España y una idea de España completamente negativa. Todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo. Mi vida está hecha más de resignación que de rebeldía; pero de cuando en cuando siento impulsos batalladores que coinciden con optimismos momentáneos de los cuales me arrepiento y sonrojo a poco indefectiblemente. Soy más autoinspectivo que observador y comprendo la injusticia de señalar en el vecino lo que noto en mí mismo. Mi pensamiento está generalmente ocupado por lo que llama Kant «conflictos de las ideas trascendentales» y busco en la poesía un alivio a esta ingrata faena. En el fondo soy creyente en una realidad espiritual opuesta al mundo sensible. (Machado, Antonio: Biografía, Baeza 1913).

También yo —como Machado, aunque a millones de leguas de distancia— me veo más resignado que rebelde, y me tengo por bastante más autoinspectivo —introspectivo hasta ahora para mí— que observador —que también—, y comprendo la injusticia de señalar en el vecino lo que noto en mí mismo (por eso trato de sopesar bien lo que pienso y medir bien lo que digo: de ahí lo de tratar de expresarme abonico), y en mi pensamiento ocupan un lugar importante esos conflictos kantianos de las ideas trascendentales.


viernes, 8 de diciembre de 2023

Desorden

Hay que ver cuánto te gusta contemplar —en fotos y vídeos de reportajes— esos estudios que, normalmente pertenecientes a admirados intelectuales, aparecen llenos de libros colocados sin orden aparente por todas partes: los más, en numerosos y muy abarrotados estantes, aunque también, muchos, amontonados por el suelo y ocupando sillas, mesas, mesillas…, e invadiendo armarios, cajas, cajones...

Y, sin embargo, no te agrada, dirías que te disgusta, el no tener el tuyo propio, tu estudio, más despejado y ordenado, y tus libros, tus partituras y tus discos suficientemente bien colocados, bien clasificados… bien organizados.


viernes, 1 de diciembre de 2023

Pero lo mejor de ella es…

En el siglo XIX, sobre todo con la llegada del romanticismo musical, el piano, instrumento relativamente reciente entonces —un invento del siglo anterior—, había penetrado en muchos de los hogares de las clases medias, y ello debido al abaratamiento de sus costes, a sus aceptables resultados en poco tiempo de práctica (desde el principio, el instrumento suena bien: afinado, no como, por ejemplo, un violín), debido también a los avances económicos de la época y, como no, a la moda social en auge. Así que pocos eran los hijos —sobre todo, las hijas— de aquellas gentes pertenecientes a la pequeña burguesía, cuyos hogares podían permitirse la compra de un piano, que no «manejaran», mejor o peor, el instrumento de moda.

Información sobre la presencia y el frecuente uso —no siempre admirable— del piano en las casas de entonces, la podemos encontrar fácilmente rastreando en la literatura y en la prensa de la época, en las que se pueden apreciar alusiones de todo tipo, algunas de ellas escritas irónicamente, con pretensiones humorísticas: noticias, anécdotas, chistes, chascarrillos… Las citas que pongo a continuación las he obtenido de: Blanning, Tim: El triunfo de la música. Los compositores, los intérpretes y el público desde 1700 hasta la actualidad. Barcelona, Acantilado, 2011, págs. 290-292.

[…] en 1911se calculaba que en el país [el Reino Unido] había entre dos y cuatro millones de pianos, es decir, uno por cada diez o veinte habitantes.

[…] en el primer año del siglo XIX, el novelista Henri Beyle, más conocido como Stendal, escribió a su hermana Pauline en Grenoble exhortándola a que no desdeñara el piano, pues «en este país es absolutamente esencial que una joven dama sepa música, de lo contrario, pasa completamente inadvertida».

[…] En la primera página de [la novela] Norte y Sur (1855), de Elizabeth Gaskel, Margaret, la sencilla protagonista, oye de labios de Edith, su acomodada prima, que el problema de mantener el piano afinado en la isla de Corfú […] era «uno de los más formidables que podían presentársele en su vida de casada». Cuando Margaret revela más adelante que su familia ha tenido que vender su propio instrumento, Edith responde: «No sé cómo podéis vivir sin uno. A mí casi me parece una necesidad vital».

[…] En 1860, Oscar Commettant, compositor y periodista musical francés, publicó en su periódico, L’Art musical, un artículo titulado «Sobre la influencia del piano en la vida familiar», en el que se burlaba de la ubicuidad de los pianos. Entre otras cosas, narraba la anécdota de un parisino que buscaba apartamento: no le importaba la zona, el piso o la orientación; su único requisito era que desde él no se oyera piano alguno. La respuesta que obtuvo era que ya no existía un santuario como ese.

Commettant también dejaba constancia de esta conversación entre dos hombres de mundo:

—¡Oh, querido amigo! ¡Qué deliciosa es la señorita Clarisse Filandor!

—La conozco: dieciocho años, rubia y preciosa.

—Sí, con ojos azules y pestañas oscuras.

—Y con una dote de 200000 francos.

—Exacto, y, mejor aún, única heredera de un tío rico con una enfermedad terminal.

—Pero lo mejor de ella es que no toca el piano.

—Iba a decir lo mismo. No es una mujer como todas las demás, ¡sino un ángel enviado por el cielo!