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viernes, 30 de mayo de 2014

Greguerías

Hasta hace poco creía —hubiera apostado por ello— que la greguería fue un invento de Ramón Gómez de la Serna, pero recientemente he leído en Hemeroflexia, interesante blog de Andrés Trapiello, que no es así; ahora he sabido que existía ya desde la Antigua Grecia (el mismo Gómez de la Serna cita como antecedentes de la greguería a autores como Horacio, Shakespeare, Lope de Vega y Quevedo, entre otros). ¿Entonces, qué mérito tiene Gómez de la Serna?: pues… inventar el término y dedicarle mucho tiempo y algunos libros (Greguerías, Flor de greguerías, Total de greguerías…); antes de él no se sabía lo que era una greguería, ni siquiera lo sabían quienes ya las estaban escribiendo (entre ellos, según Trapiello, Homero, Heráclito, Góngora, Cervantes…).

El mismo Ramón nos dice:
“Desde 1910 (…) me dedico a la Greguería, que nació aquel día (…) ¿Que por qué se llaman greguerías? Al encontrar el género me di cuenta de que había que buscar una palabra (…) para bautizarle [sic] bien.
Ramón Gómez de la Serna (1958): Flor de greguerías, Editorial Losada, pág. 9.

¿Y qué es una greguería?: un texto breve, parecido a un aforismo, que, ingeniosamente, expresa, de forma aguda, original y a menudo con humor, pensamientos filosóficos, pragmáticos, líricos, humorísticos o de cualquier otra índole. Es una breve interpretación lúdica de aspectos varios de la vida. El mismo Ramón nos dio la fórmula:
HUMORISMO + METÁFORA = GREGUERÍA
La mejor manera de saber realmente qué son las greguerías es enfrentarse a ellas directamente. Así pues, aquí va una selección — un par de docenas, para conocimiento, uso y disfrute de los lectores de Abonico. Las he escogido, con esmero, de Flor de greguerías (Losada) y espero que su degustación sea de provecho e invite a seguir buscando.


Algunas greguerías de Ramón Gómez de la Serna

La gaviota rema en su vuelo.
El arco iris es la cinta que se pone la Naturaleza después de haberse lavado la cabeza.
Los pájaros que saltan en la acera parece que saltan a la rayuela.
La ü con diéresis: dos íes siamesas.
Los paréntesis salen de la cejas del escritor.
La escalera de caracol es el ascensor a pie.
Al calvo le sirve el peine para hacerse cosquillas paralelas.
Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac: por eso no era reloj.
Las pasas son uvas octogenarias.
La morcilla es una transfusión de sangre con cebolla.
El café con leche es una bebida mulata.
Los bostezos son oes que huyen.
Las pirámides hacen jorobado al desierto.
El niño intenta extraerse las ideas por la nariz.
Las conchas de las playas son los restos de los arroces que come Neptuno.
En la noche helada cicatrizan todos los charcos.
El león tiene altavoz propio.
Los girasoles son los espejos de bolsillo del sol.
¡Qué partido saca el tenor a un bostezo!
Los mejillones son almejas de luto.
Tenía tan mala memoria que se olvidó que tenía mala memoria y comenzó a recordarlo todo.
En el vinagre está todo el mal humor del vino.
El colmo de la errata es poner “herrata”.
Cuando vemos que el director de orquesta dirige sin batuta le daríamos un lápiz.
Y de propina, mi favorita:
El libro es el salvavidas de la soledad