Una vez más. Inseguridad. Necesidad de apoyo, de confirmación, de apuntalamiento: importancia del «visto bueno».
Cuando dudo, cuando no tengo claro cómo enfocar, cómo pensar sobre un asunto (y esto no es en absoluto infrecuente), sobre cualquier cuestión de las muchas que a diario me interesan, para aclararme, suelo acudir y prestar mucha atención a la opinión de gente a la que sigo, aprecio y, en cierto modo, admiro, sobre todo si esta gente es especialista en la materia de que se trate en cada momento, personas a las que recurro en casos como el que ahora me ocupa; y las sigo debido a su trayectoria: por sus manifestaciones, sus opiniones, sus obras…: su categoría; gente, en definitiva, a la que considero con sobrada y contrastada autoridad en el campo específico en el que, en un momento determinado, quiero alumbrar mis ideas.
Es el caso ahora de la reciente imputación del fiscal general del estado; y para aclararme, acudo —leo y/o escucho, entre otros— a Joaquim Bosch, a Baltasar Garzón, a Carlos Jiménez Villarejo, a Javier Pérez Royo, a José Antonio Martín Pallín…; y, a la vista de lo consultado, de lo que me ha llegado hasta ahora, acabo llegando a la conclusión de que (no sé si intercalar aquí un «parece que») quienes van contra el fiscal general están jugando sucio, pero que muy sucio (recuérdese aquello de: «el que pueda hacer, que haga»), un juego sucio que, por otro lado, no me extraña, debido a la frecuencia con que suele darse el embarre en el ámbito de algunos partidos políticos (es posible que esté poniendo el listón demasiado alto en mi consideración de lo que supondría jugar limpio).
Al respecto, aquí traigo la ayuda más recientemente encontrada: tres botones de muestra.
El primero, con la firma del magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín, publicado en elDiario.es de hace unos días (02-08-205):
Rotundamente, el fiscal general del Estado no debe dimitir. Añado más, está obligado a seguir hasta el final. El voto particular de la Sala de Apelación lo confirma. Se ha visto inmerso en un proceso judicial en el que el juez instructor ha utilizado estrategias y argumentos políticos despreciando las reglas procesales.
[…]
Los que sostienen la culpabilidad del fiscal general tergiversan los hechos y los tiempos.
El segundo lo constituyen un par de fragmentos seleccionados de una entrevista que le hacen en La Sexta Xplica (02-08-2025) a Baltasar Garzón, el exjuez expulsado de la carrera judicial en 2012, inhabilitado por el Tribunal Supremo (posteriormente, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas estableció que los «juicios contra Baltasar Garzón fueron arbitrarios y no cumplieron con los principios de independencia e imparcialidad judicial»).
Bien, pues para el exjuez
No hay ninguna razón para que el fiscal dimita.
Y añade que
El fiscal no depende del Gobierno": "Quien diga eso, miente. Tiene unos requisitos por los que el Gobierno no le puede cesar […].
Y el tercero y último lo he extraído de un artículo de Perfecto Andrés Ibáñez, también, como Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, publicado en El País del 4-08-2025.
Petición de principio es la falacia lógica consistente en asumir por premisa de un razonamiento aquello cuya certeza tendría que resultar de él como conclusión. En este caso, la afirmación de que el fiscal general del Estado, Álvaro Ortiz, es el responsable de la difusión pública de la propuesta de conformidad con la inculpación de dos delitos contra la Hacienda Pública, dirigida en nombre del empresario Alberto González Amador —pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso— por su abogado a la Fiscalía.
Por cierto, un servidor no conocía hasta ahora esta figura, la de la falacia lógica de «petición de principio», que, de manera sencilla, se puede expresar diciendo que se está usando como prueba aquello que se quiere probar.
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