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viernes, 25 de septiembre de 2020

Leonor

¿Qué habrá sido de Leonor?, tan guapa, tan atractiva, tan alocada en nuestros años jóvenes…; hasta su nombre, distinto, original, parecía más bonito que la mayoría de los comunes en las chicas del pueblo. No la he vuelto a ver desde entonces. Supongo que, si vive, el tiempo se habrá encargado de poner en su sitio aquella belleza suya, posiblemente ahora atenuada, cuando no disipada.

Recuerdo que me contaron, recién ocurrido el asunto, que la chica, no sé con cuánta antelación, había quedado con su novio en que una noche, tras despedirse y simular él su marcha en el coche —era de fuera—, saldría desnuda al balcón, lo que permitiría al amado disfrutar viendo su precioso cuerpo, y supongo que a ella —presumida, impulsiva, imprudente...— exhibirse con jactancia.

Pero, no sé cómo, la cosa trascendió (en los días que siguieron a aquello hubo quien dijo que había sido la propia Leonor quien se había encargado de filtrar con disimulo la noticia) y cuando la noche acordada salió al balcón, en algunas esquinas de los alrededores de su casa, situada en una plaza muy importante del pueblo, había, estratégicamente distribuido, un buen número de ocultos mirones más y menos jóvenes que, desde luego, también disfrutaron del espectáculo, y, ¡cómo no!, casi más aún, contándolo después con todo detalle.

 

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