SECCIONES

viernes, 28 de agosto de 2020

Soledad

«El placer de la soledad, como todos los placeres, demanda ser comunicado.» (Cabrera, Antonio: Gracias, distancia. Madrid-Granada: Cuadernos del vigía, 2018, Pág. 15).

Me muestra mi móvil estos días, a modo de recordatorio, fotos de hace un año, de hace dos, de hace…, unas imágenes que tomé en esas fechas anteriores, por estos mismos calurosos días, a las deshabitadas calles del pueblo en esas horas de la mañana en que salgo a andar y las recorro casi como un autómata.

Y es que todos los años ocurre lo mismo: en los días centrales del verano, que suelen coincidir con los de más calor, el pueblo se queda con muy poca gente, casi desierto (muchos se van a la playa, la mayoría a sufrir el calor allí), lo que supone un mayor disfrute para quienes, como yo, procuramos mantenernos alejados del lío, del barullo, del exceso de gente, de los muchos coches por las calles, de las colas en los comercios…; en definitiva, de esa masificación despersonalizadora que tanto gusta a tantos otros.

Además, este año se agradece todavía más esta desertificación, pues se sabe —salvo espabilaos negacionistas— que el dichoso virus de la covid-19 ronda, con mucho peligro e insistencia, a las muchedumbres, a las aglomeraciones, que se ceba en los apelotonamientos, en los amontonamientos… que le gusta el gentío.

Saboreo la alegría áspera del espléndido aislamiento. (Renard, Jules: (Diario 1887-1910. Barcelona: Penguin Random House, 2014, pág. 242).

 

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