SECCIONES

viernes, 29 de diciembre de 2017

Cruzando los dedos

Jubilado ya unos años, cruza los dedos intranquilo ante el cada vez más menguado futuro que —galopante, dice él— se le va echando encima, temiendo por la evolución de una pensión que no progresa adecuadamente, preocupado por el posible batacazo de una paga todavía «decente» pero in crescendo descendente; e igualmente, o más preocupado aún, cruza los dedos por una salud que..., ¡qué casualidad!, idem: todavía «decente» pero… también in crescendo descendente.
Tras la jubilación quiso mantener parte de su actividad docente dando unas clases, pero se lo pusieron difícil: «entregue usted la mitad de su pensión»; así que dejó las clases y desde entonces dedica ese tiempo a escribir en un blog que comenzó a publicar en Internet por esas fechas. Pensó: «A ver si soy capaz, si el resultado es decente; a ver lo que aguanto, a dónde puedo llegar...». ¿Pretexto?: dejar una huella, si no indeleble, sí menos perecedera, para que el día de mañana sus nietas puedan conocer de primera mano —la suya— quién y cómo era su abuelo. Sin embargo —piensa—, lo que se oculta tras este pretexto es bastante más complejo: entraría dentro de las no tan sencillas respuestas al interrogante sobre por qué se escribe.
La verdad es que sus esperanzas blogueras intuían al comienzo una fecha de caducidad no muy distante en el horizonte, pero va a comenzar su quinto año y ahí sigue. Y se entretiene. Y encuentra «decente» el resultado. Le gusta.
Sí. Así que... con los dedos cruzados… a ver qué…

3 comentarios:

  1. Desde aquí todo mi apoyo para ese profesor decente con un gobierno indecente que premia a los indecentes y aflige a los decentes.Encantado de leer tus comentarios decentes que seguro dejarán esa huella indeleble a esas tus nietas y a muchos más que tuvieron la suerte de tener un abuelo y un amigo decente.
    Gracias Pepe por tus relatos.
    Un abrazo.

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  2. Gracias a ti, Paco. Tus comentarios suponen todo un estímulo para mí.

    Un abrazo, y que 2018 sea bueno para ti y los tuyos.

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  3. La inquietud de, la curiosidad por, el deseo de transmitir y la denominada deformación profesional por el saber. Escribir, amigo Pepe, creo que requiere, lo sabes mejor que yo, un esfuerzo por documentar y conocer hechos veraces, adecuarlos con una correcta, sólo correcta, redacción armónica y lanzarlos fuera de uno, al espacio en donde jamás mueren las palabras, al Universo en donde jamás se pierden y siempre perduran. Adelante. Siempre adelante. Posiblemente con sinsabores de las musas pero siempre con acierto por la sinceridad de darse.

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