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lunes, 12 de septiembre de 2016

La escuela de los cagones

Tenías que ser muy pequeño para que te lo preguntaran, pero, a veces, por “picarte”, lo hacían incluso viéndote ya crecidito:
—¿Tú todavía vas a la escuela de los cagones?
A lo que, molesto, te apresurabas a contestar y dejar bien claro que no.
—No, yo ya soy grande.
Y daba rabia; daba rabia porque los cagones eran los más pequeños, además de que la palabra cagón tiene unas connotaciones que no creo sea necesario resaltar. La pregunta implicaba, según tú entendías, que te estaban tomando por un pequeñajo que todavía no controlaba sus esfínteres.
Los lugares llamados escuelas de los cagones eran los equivalentes de entonces a las guarderías de ahora, a las escuelas infantiles. Nos lo confirma Diego Ruiz Marín en su Vocabulario de las hablas murcianas, Diego Marín, 2007.
Cagón. adj. Niño pequeño. El que va a la escuela de los cagones párvulos.
Escuela de los cagones. f. Parvulario. Guardería infantil.
En Santomera era famosa en mi más remota infancia la “escuela” de la Tia Pereta (unos dicen tia y otros tía), una ¿escuela? a la que tenías que llevar, creo recordar, tu propia silla, que, aunque pequeñita, te la tenía que transportar una persona mayor, tú no podías.
¿Y qué hacíamos en la escuela de la Tia Pereta?… ¡Son tan vagos los recuerdos…!: casa vieja, suelo de tierra, niños, mocos, llantos, rezos, elementales recitados corales…; realmente no me acuerdo de nada con claridad.
¡Cuántas veces me habrán preguntado, de pequeño, si iba a la escuela de los cagones, a la escuela de la Tia Pereta!
¡Y no me daba gusto!

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