SECCIONES

viernes, 12 de julio de 2024

Bárbaros

Recuerdo que, en los libros que utilizábamos en aquella escuela de mi infancia —fui a dos—, se les llamaba «los bárbaros del norte», y las imágenes que acompañaban aquellos textos que de ellos trataban, nos los presentaban como aguerridos guerreros asalvajados que amenazaron y cruzaron las fronteras del Imperio Romano y terminaron derrotándolo y acabando con él, estableciendo a continuación diversos reinos en distintas partes del mismo, en territorios que hoy corresponderían —sin ánimo de precisión geográfica con la realidad actual— a Francia, España, Italia. Inglaterra…

Cuando, ya de mayor, estudié más en serio este asunto de «los bárbaros del norte», me enteré de que, para los romanos, que fueron quienes sufrieron aquellas arremetidas de los mismos (supongo que en los libros aparecían como «del norte» porque de allí, de territorios situados al norte de Roma, procedían muchos de estos pueblos guerreros invasores), la palabra «bárbaro» tenía el significado de «extranjero», por lo que «bárbaros» eran, para los «civilizados» habitantes romanos, aquellos que estaban fuera de sus fronteras, de sus territorios.

Bien, pues todo esto me lleva a pensar ahora que, desde la antigüedad, las culturas «más avanzadas» han considerado a los extranjeros como gentes bárbaras, incivilizadas, como mínimo menos civilizadas, menos avanzadas que los autóctonos de cada zona en la que se presentan, sobre todo cuando esas gentes de fuera lo son de áreas geográficas más pobres que, por ejemplo, las de nuestras acomodadas sociedades occidentales.

Me da por pensar, con ironía, que ahora ya no podríamos utilizar la misma expresión para referirnos a ellos, ya que, dada su procedencia, habría que (con la misma vara de medir y el uso de una jerga parecida a la de aquellos libros de texto de mi infancia) llamarles «los bárbaros del sur», pues de lugares del sur procede la mayoría de nuestros actuales «invasores», si bien ahora pacíficos, pues no vienen (mal que les pese a algunos patrioteros, que piensan lo contrario) a luchar contra nosotros para derrotarnos y establecerse aquí como conquistadores; todo lo contrario, llegan a nuestras tierras expulsados de la suyas de origen por motivos que van de lo político a lo económico y a lo social: buscando, en definitiva, una vida mejor que la paupérrima que creen que les espera en sus respectivos países.

Y acabo con un recentísimo tuit (seguimos llamándoles tuits aunque ahora la plataforma se llame X) de mi admirado juez Joaquim Bosch, sobre racismo y nazismo, un mensaje que viene a cuento por la situación actual de muchos de estos pacíficos invasores de ahora en nuestro país y por el magnífico papel, en la selección española de fútbol, de algunos de ellos, que podríamos calificar como «cuasi bárbaros», pues son hijos de inmigrantes —de auténticos bárbaros— procedentes del sur:

Un racista cree que una persona es mejor o peor por el color de su piel. Si además opina que solo pueden ser de nacionalidad española los de piel blanca, llegamos a la pureza racial del nazismo. Estos días el fútbol está mostrando el racismo de gente que da auténtica vergüenza. (Joaquim Bosch, X, 10-07-2024).


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