El titular de un artículo de Javier Valenzuela («Yo también soy africano», eldiario.es, 04-07-2024), solo el titular, pues el contenido del mismo no va en la dirección que yo he tomado en esta reflexión, me ha llevado a pensar que, si es verdad (y así lo consideran hasta ahora las investigaciones sobre los orígenes de la humanidad, basadas en evidencias científicas provenientes de distintos campos, como el paleontológico, el genético y el arqueológico), digo que si es verdad que los primeros homininos surgieron en África y que después se fueron extendiendo por todo el planeta, entonces resulta que, en realidad, el resto de todos los actuales humanos, en mayor o menor medida y quiérase o no, procedemos de allí, y, por ello, somos en cierto modo inmigrantes procedentes de dicho continente, todos somos originalmente africanos, desde nuestros ancestros más remotos hasta los antepasados más recientes.
Entre todos estos inmigrantes, últimamente (aunque se viene haciendo desde hace ya bastante tiempo) se habla y se escribe mucho sobre la figura del MENA, el menor no acompañado. Y de estos menores no acompañados, y de la falta de empatía y humanidad de muchos de los habitantes de los países que deberían acogerlos y protegerlos, trata una viñeta de Eneko publicada en prensa hace solo unos pocos días («MENA y EAQH», Público, 01-07-2024).
Para no extenderme mucho, aquí va otra prueba —la última por hoy— de que este asunto de la inmigración está en candelero (y ahora no va exclusivamente de los MENAs: piénsese que estos son solo una pequeña parcela del actual movimiento migratorio) nos la ofrece un titular de prensa de ayer mismo: «El PP pide al Gobierno desplegar a la Armada para bloquear en el mar la llegada de personas migrantes a España» (Aitor Riveiro, eldiario.es, 04-07-2024).
¡Menuda ocurrencia!
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