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viernes, 21 de abril de 2023

Funciones del tatuaje

Hace ya un tiempo leí que decía Miguel Sánchez-Romero («Ni info, ni Libre», InfoLibre, 09-06-2017) que él sostenía «la teoría de que hay una relación inversamente proporcional entre el número de tatuajes que luce un futbolista y la agudeza de su discurso».

Miguel Sánchez-Romero, guionista de televisión, productor ejecutivo y director desde su creación y durante diez años de El Intermedio, suele resumir su biografía en una frase: «Ocho años en los Salesianos, uno en infantería de marina y diez dirigiendo El Intermedio explican muchas cosas».

Pronto, en una reunión de amigos, le conté a mi amigo Fabiano, admirador de Sánchez-Romero, la brillante frase de este sobre la proporcionalidad entre tatuajes y agudeza discursiva en los futbolistas, y mi sabio contertulio me respondió que él extendería esa teoría fuera del terreno del fútbol, que la generalizaría a todos los ámbitos y a ambos sexos. Y yo, qué voy a decir, no tengo que pensarlo mucho: coincido con él, pues también suelo relacionar los tatuajes —tema, cantidad, tamaño, calidad...— con el cerebro y la idiosincrasia de la gente que los lleva. Sé que no está bien llegar por ese camino a las conclusiones a las que ello me conduce, pero me cuesta evitar la relación.

Pienso que el tatuaje, cada tatuaje, cumple alguna función, y no necesariamente una sola, y creo de igual manera que esta función puede ser (términos a elegir: combínense como se quiera y añádase, a voluntad, alguno más):

Estética

Amorosa

Ornamental

Comunicativa

Exhibicionista

Distractiva

Disuasoria

Persuasiva

Intimidatoria

Recordatoria

Efemerística

...

 


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