SECCIONES

viernes, 8 de junio de 2018

Reacios al caviar


Dice George Steiner, en Errata: El examen de una vida, Siruela, 2009, pág. 149: «[…] ¿Qué derecho tiene el mandarín a imponer la “alta” cultura? ¿Qué licencia posee el pedagogo o el así llamado intelectual para introducir por la fuerza sus prioridades esotéricas y sus valores en las gargantas de lo que Shakespeare llamaba “el gran público” (los reacios al caviar)? […]».
Aclaración: En Hamlet, de William Shakespeare, el personaje principal, Hamlet, habla con unos actores y les pide que reciten un fragmento de una obra; al preguntar uno de ellos que cuál, él le dice que uno que nunca se representó, o que a lo sumo se hizo una sola vez, pues, según recuerda, la obra no gustó a la multitud, era caviar para el público («¡Echadle caviar al vulgo!», dice la traducción del Instituto Shakespeare).
Georges Steiner (París, 1929), que recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, de los grandes de verdad.
Para un saber canónico, es preferible acudir al canonista mayor de estos últimos sesenta años, esto es, a George Steiner. (Antonio Martínez Sarrión: Escaramuzas, Alfaguara, 2011, págs. 188-189).
Está claro que con la expresión «los reacios al caviar» se refiere Steiner a lo que Shakespeare llamaba «el gran público», a la mayoría de la gente. Y supongo que con ese «caviar» está aludiendo a lo bueno, a lo de más calidad, a lo exquisito, pero no precisamente en el terreno concreto gastronómico, ¡claro! El caviar al que se refiere Steiner, entiendo, es el arte de calidad, la buena música, la buena literatura, el buen cine... LA ALTA CULTURA.
Y utiliza el término «reacios»… pues… porque hay gente, muchísima, a la que se le empalaga este tipo de refinados alimentos de alta cocina cultural, ya que «donde estén un par de huevos fritos... (riquísimos, por otra parte, fuera de la metáfora) ...que se quite lo demás».
Quizás lo que habría que preguntarse es el porqué de que haya tanta gente reacia a esta alta cocina. Y se me ocurre que se debe a que para saborear ese caviar cultural, para disfrutarlo, hace falta preparación, conocimiento… dedicación: en definitiva, hace falta esfuerzo. El conocimiento, el de calidad, es el único caviar que no se puede conseguir solo con dinero, o por herencia, ni te puede tocar en suerte, como la lotería; cada uno tiene que recorrer su propio camino en pos de «su» caviar.
¿«Su» caviar? Sí, creo que cada uno tiene el suyo, que no tiene por qué ser el mismo que el tuyo o el mío, aunque haya unos hitos en la historia de la cultura que suelen ser comunes o bastante comunes, y que son caviar-caviar, excelente caviar. Y tengamos presente que el buen caviar es tan abundante que cada cual puede tener sus más o menos amplias parcelas dentro de él, que, además, entre ellas, las de unos y las de otros, forman intersecciones; sí, como las de los conjuntos de las llamadas matemáticas modernas.
Vaya como ejemplo un gráfico de intersección de conjuntos de caviar musical, limitado a unos pocos nombres «clásicos» elegidos a la ligera y no todos ellos entre mis preferidos.
En el gráfico aparecen representadas tres personas, cada una, por un círculo: el Sr. Verde, el Sr. Rojo y el Sr. Azul, los tres colores del gráfico. Dentro de cada círculo, expresado con nombres de compositores musicales, está el caviar preferente de la persona representada por ese color. En la intersección de dos círculos cualesquiera aparece el caviar musical que comparten las dos personas en cuestión. Y en el centro, dentro de los tres círculos, el caviar que comparten las tres personas del ejemplo: Bach, Mozart y Beethoven, por poner un caso prototípico.
Y para acabar, una aportación complementaria debida a la maravillosa pedagogía de Joaquín Rábago, El Roto, en una muestra de lo que es caviar para algunos —¿bastantes? ¿muchos?—, espero que no para quienes esto leen.
El Roto, 05-04-2015 en El País



4 comentarios:

  1. Muy interesante Pepe, me has hecho pensar!! Me quedo con la idea de que para probar el caviar-caviar hace falta esfuerzo. Gran reflexión!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Anónimo:
      Creo que sí, que, sobre todo al principio hace falta algún esfuerzo, pero que con el tiempo se nos presenta placentero, no trabajoso, incluso se transforma en puro gozo. Es la famosa fórmula que relaciona esfuerzo con disfrute.

      Eliminar
  2. Artículo genial, Pepe, genial, genial, de verdad. Me gustaría apostillar algo que estuviera a la altura de lo que has escrito y reflexionado a través de esta magnífica entrada, pero no lo encuentro, quizá comentarte mi experiencia (que ya conoces -concédeme una sonrisa mientras acabo de contestarte-) sobre lo que yo considero parte de ese "caviar" del que hablas: la Ópera. La experiencia es la siguiente. Explico el contexto de un aria en clase, en concreto, el famoso Nessun dorma del Turandot de Puccini. Lo primero que suelo oír siempre es: Por qué te empeñas, no nos vas a convencer. Y después de unos segundos de desaliento, al borde de claudicar, mi respuesta -desde hace tiempo- sigue siendo la misma: Cómo no voy a querer compartir con vosotros lo que para mí es tan importante, dejadme intentarlo. Y sé que algunos de ellos, casi siempre ellas, valoran al final el intento, y claudican. Hay que intentarlo, si hay fuerzas; y dejar que lo intenten con uno, con un poco de generosidad, de paciencia. Un abrazo muy fuerte, Pepe. Siempre tuyo, Mariano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy contigo, Mariano. Creo que, de alguna manera, aunque no todo el mundo en la misma medida y del mismo modo, la mayoría de la gente somos capaces de transmitir —lo de contagiar es otra cosa— nuestro entusiasmo por nuestras parcelas de caviar; si no todo lo que nos entusiasma, sí algún foco que, en el caso del docente, puede contagiar cuando menos se espere a parte de su alumnado.
      Muchas gracias por el comentario y un fuerte abrazo.

      Eliminar