SECCIONES

viernes, 9 de marzo de 2018

Matar un ruiseñor

Hace ya bastantes años que tomé las primeras notas para lo que ha terminado siendo este artículo, y lo hice tras la experiencia que más abajo les cuento, mucho antes de la fecha de la muerte de Harper Lee, autora de Matar un ruiseñor y amiga de Truman Capote, a quien parece que ayudó en la magnífica A sangre fría, acompañándolo en sus viajes y aportando sus ideas. Pasado el tiempo, la noticia de la muerte de la escritora me animó a contextualizar una entrada para Abonico y seguir con el artículo. Después lo dejé dormir, no sé por qué, y ahora... aquí está.
Poco antes de la muerte de Harper Lee se publicó una segunda obra suya, aunque en realidad, dijeron, fue escrita en primer lugar. Así que Ve y pon un centinela, nombre de esta segunda-primera obra, sería una precuela —mejor, una secuela-precuela— de Matar un ruiseñor, que era la única obra conocida de esta autora hasta no hace mucho, la novela que le dio fama universal, y asunto del que tanto se ha escrito: el ser autora de un solo libro de tanto prestigio.
Con Matar un ruiseñor hice hace ya bastantes años un interesante experimento que suelo recomendar: leí la novela e inmediatamente, el mismo día en que la acabé, vi la película, que, por cierto, ya había visto tiempo atrás. Interesante experiencia.
Buena, encantadora, la novela, y buena, encantadora, la película. Solo una pequeña decepción (suele ocurrir en estos casos de lectura y posterior visionado), ya que, lógicamente, toda la obra literaria no se ve reflejada en la película. Cierto que eso casi siempre ocurre, porque son dos medios, dos lenguajes distintos, y pocas veces —aunque las hay— una versión cinematográfica está a la altura e incluso supera a la obra literaria en la que se apoya, cuando esta es de calidad.
Muy resumidamente
Estados Unidos. Época de la Gran Depresión. En una población sureña, un hombre negro es acusado de la violación de una chica blanca. A pesar de la inocencia del acusado, el veredicto del jurado se ve tan claro que ningún abogado aceptaría su defensa en el caso; solo Atticus Finch (Gregory Peck en la película), un ciudadano respetabilísimo de la ciudad, se atreve, a pesar de los problemas a que se tiene que enfrentar por ello.
Personajes
Scout, la niña de seis años narradora en la novela y menos omnipresente en la película: ingenua y pendenciera (resuelve sus asuntos con los puños), todo lo analiza desde su óptica.
Su hermano, Jem, cuatro años mayor que ella, entrando en una edad en la que se comporta, aunque no siempre, con más sensatez.
Dill, el pequeño redicho y fantasioso, inspirado en Truman Capote (amigo, desde la infancia, de la autora del libro).
Atticus, el padre de Scout y Jem, abogado, persona admirable: un progresista al que en un momento determinado le preguntan si es un radical.
El juez, desdibujado en la película y mucho más perfilado en la novela.
El periodista, Underwood (nombre también de la prestigiosa primera máquina de escribir moderna), curioso personaje que no sale en la película.
Calpurnia, la criada negra de la familia protagonista.
Tom Robinson, el negro acusado injustamente de forzar a Mayela.
Mayela, una chica de la familia Ewel, gentuza de mala ralea.
La familia Radley, con Boo —interpretado en la película por un joven Robert Duval— como personaje misterioso, alrededor del cual gira gran parte de la obra, pero que solo aparece al final.
Y de fondo el problema racial y la depresión de los años treinta en el sur —racista, muy racista— de Estados Unidos.
Un fotograma de la película
Háganme caso, realicen el experimento: lean la novela y vean la película, si no inmediatamente, poco después. Ya me dirán.

2 comentarios:

  1. Pues sí, Pepe, experimentos como este son necesarios. A veces, se antepone un medio a otro y, como muy bien dices, son muy diferentes. Muchas personas prefieren experimentar la fantasía de su propia imaginación leyendo y otras prefieren "ver a través de los ojos del realizador" aquello que ha deducido en imágenes explicativas del argumento. Claro, esto lo debe hacer siguiendo y utilizando unos medios que son específicos del cine y, por ello, a veces, el resultado puede ser beneficioso o no para el relato original. Recomiendo, como tú, que se realice esta experiencia de vez en cuando. Muchas personas se sorprenderán del resultado. Un abrazo, Pepe.

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    1. Gracias, Antonio. Me alegra enormemente, viniendo de ti el comentario, que estemos de acuerdo en lo interesante de la experiencia.

      Un abrazo.

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