SECCIONES

domingo, 20 de noviembre de 2016

Sobre la vejez (3)

“¡Vaya! —me digo, exagerando—, ¡por fin encuentro algo escrito sobre la vejez que me toca positivamente las neuronas!”. Es Reválida, un artículo de Francisco Calvo Serraller en que comenta algunos versos de un libro de la poeta estadounidense Louise Glück (Nueva York, 1943), publicado en nuestra lengua con el título Vita Nova (Pre-Textos). Se trata de versos que calan hondo:
Nota: la parte escrita en verso es de la poeta, Louise Glück, y la que está en prosa, del autor del artículo, Francisco Calvo Serraller. La negrita es toda de Abonico.
“Me he convertido en una anciana.
He acogido con agrado la oscuridad
que tanto temía”
[…]
“Sólo se sabe después de muchos años.
Sólo después de una larga vida si uno está preparado
para entender la ecuación”
[…]
Y esa ecuación es la de saber que las pérdidas, según y cómo, pueden trocarse en ganancias, como, por ejemplo, la de adquirir ese genio del maestro, “en cuya mente ágil
el tiempo transcurre en dos direcciones: hacia atrás
desde el acto al motivo
y hacia delante hacia una decisión justa”
De manera que ya lo estamos viendo: según se desmedra el cuerpo, parece amplificarse la mente, que no es sólo el mero rebullir de unas neuronas cada vez más apocopadas. Porque ahí interviene de manera decisiva ese procesador del siempre superabundante cerebro que llamamos consciencia, la cual rinde poco o casi nada durante la pletórica infancia; muy parcialmente todavía durante la apoteosis neuronal de la adolescencia, y aún con muchísimos agujeros en blanco incluso en la juventud. Ya que, en cualquiera de estas etapas de creciente plenitud física, hay poco que procesar: nos falta experiencia. No en balde la vida hay que vivirla hasta el final, porque a nadie se le alumbra la consciencia sin haber visto venir la muerte, que avanza de puntillas, quedamente, “tan callando”.
Sí, han leído bien: “a nadie se le alumbra la consciencia sin [...], que avanza” —¡ojalá!— abonico.

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