SECCIONES

sábado, 7 de noviembre de 2015

Dies irae (2)

Entre los músicos que han utilizado la melodía del Dies irae en sus composiciones —la del canto llano y, por supuesto, algunos de ellos “jugando” con ella, variándola— hemos seleccionado, y escucharemos ahora,  a Berlioz y a Saint-Saëns.
Hector Berlioz (1803 - 1869) utiliza el tema en su poema sinfónico Sinfonía fantástica, op. 14 (1830), un buen ejemplo de música programática.
El gran compositor francés se enamoró apasionadamente de una actriz irlandesa, Harriet Smithson; aunque posteriormente sería su esposa, en un principio lo rechazó y Berlioz expresó su desesperación en la Sinfonía fantástica.
La obra, subtitulada Episodio de la vida de un artista, consta de cinco movimientos, el último de los cuales lleva por título Songe d'une nuit du Sabbat (Sueño de una noche de aquelarre o Sueño de una noche de brujas).
En este movimiento, el compositor se ve a sí mismo, tras su propia muerte, entre brujas y monstruos, mezclada con los cuales baila su amada, otra fea y vieja bruja, que se burla de él. Campanas fúnebres… cantos a los muertos…
Y es aquí, en este quinto movimiento, donde aparece el Dies irae, el famoso tema de la misa de difuntos.

El otro ejemplo que tratamos hoy, igualmente de música programática, se lo debemos —ya lo hemos anticipado— al también compositor francés Camille Saint-Saëns. Y también es un poema sinfónico: la Danza macabra, op. 40 (1874), para violín y orquesta, basada en un poema de Henri Cazalis —médico y poeta simbolista francés, amigo de Mallarmé— que describe los horribles sucesos que acontecen en un cementerio en la noche de difuntos, la víspera de Todos los Santos.
Cuando el reloj da la medianoche, aparece la figura de la Muerte y levanta a los esqueletos de sus tumbas para que bailen las melodías que toca en su violín. El xilófono sugiere vívidamente el claqueteo de los esqueletos. Finalmente, cuando el gallo canta (solo de oboe) al amanecer, los esqueletos vuelven a sus tumbas y la Muerte también desaparece. (Roy Bennett: Léxico de música, Akal, 2003).
Saint-Saëns incluyó —hay quien dice que con gusto discutible— una parodia de la melodía del Dies irae de unos pocos segundos de duración. Atentos, porque al no ser tan fiel al original, es un poquito más difícil la identificación.

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