SECCIONES

sábado, 10 de octubre de 2015

Hoy por ti, mañana por mí

Prehistoria: velas, fotogramas, perros...
Hace ya mucho tiempo leí (no recuerdo el nombre del autor de la ingeniosa imagen pedagógica, Luis Pericot, Martín Almagro, Juan Maluquer..., no sé) que lo que sabíamos de la Prehistoria era tan poco que el enorme período se podía comparar a un extensísimo desierto que conocíamos solo por la luz que nos daban unas pocas velas situadas en él y separadas entre sí por muchos kilómetros de distancia; lógicamente, poco se podía ver, poco podíamos conocer de tal período con tan poca “iluminación”.
Recientemente, sin embargo, la imagen que se plantea es bien diferente: el último símil pedagógico que me he encontrado compara nuestro conocimiento de la Prehistoria con una película a la que le faltan algunos fotogramas.
¡Menudo cambio! Desde luego que hay diferencia entre lo que se sabía sobre la Prehistoria cuando yo la estudié —primeros años 70 del siglo pasado— y lo que se sabe ahora, cuarenta años después.
Siempre me ha interesado el estudio del proceso de hominización (¿humanización?: Aun no somos humanos titulan Eudald Carbonell y Robert Sala una obra suya), la revolución neolítica, los orígenes de la civilización, de las primeras culturas urbanas —Egipto, Mesopotamia—, su introducción en Europa...
Especialmente me han llamado la atención los neandertales y las preguntas, las múltiples teorías, que se han planteado sobre su desaparición, así como la idea de que nos “cruzáramos” con ellos y tuviéramos descendencia común, algo que ahora sí se sabe que ocurrió, pero que hace no tantos años se descartaba. He recomendado muchas veces a mis alumnos y a mis amigos la película En busca del fuego (que utilicé en una entrada de Abonico) para que se hicieran una idea de lo que pudo ser aquello.
Pero lo que leí no hace tanto me pareció de lo más original. Fue en Esos lobos que nos salvaron, un artículo de Rosa Montero publicado en El País Semanal (29/03/2015); en él se introduce la idea, tomada, dice ella, de un artículo de The Guardian sobre un libro que ha publicado un profesor norteamericano, Pat Shipman: The Invaders: How Humans and Their Dogs Drove Neanderthals to Extinction (Los invasores: cómo los humanos y sus perros llevaron a los neandertales a la extinción), en el que propone una novedosa teoría: el hambre, provocada por las condiciones de la glaciación (había menos comida), acabó con los neandertales, mientras que los cromañones, aguantaron el tirón gracias a que se aliaron con los lobos —comienzo de nuestra relación con los perros—: una alianza para la caza, una unión que formó un equipo fructífero y letal; tanto... que cazamos —y a algunos exterminamos— mamuts, leones, búfalos..., y... matamos de hambre a los neandertales.
¿¡Original, no!?
Ahora parece que voy entendiendo mejor el que los humanos mimemos tanto a los perros y vayamos pacientemente detrás de ellos recogiendo sus mierdas en bolsitas: es simple y llanamente compensación. Hoy por ti, mañana...

No hay comentarios:

Publicar un comentario