SECCIONES

viernes, 28 de junio de 2024

Literatura es afectación

Siempre preocupado por el resultado de lo que escribe. Siempre pendiente de que le quede creíble, digno, bien escrito, pero sin afectación; que parezca natural, pero con estilo, en absoluto vulgar…; y que no se note demasiado —cree que eso es buena señal— el tiempo que utiliza —generalmente mucho— y el esfuerzo que realiza para conseguirlo.

Un día, leyendo a Vila-Matas, se encuentra con una referencia a Julio Ramón Ribeyro, y, como le parece interesante, toma nota de la misma:

«Literatura es afectación», dice Ribeyro en su inagotable Prosas apátridas. Y explica que quien ha escogido para expresarse la literatura y no la palabra (que es un medio natural), debe obedecer las reglas del juego. De ahí que toda tentativa para parecer no ser afectado —lenguaje coloquial, monólogo interior— acabe convirtiéndose en una afección aún mayor. (Vila-Matas, Enrique: Dietario voluble. Barcelona: Debolsillo, 2016, pág. 93).

Pronto —su interés ha aumentado— busca información sobre las Prosas apátridas de Ribeyro, y lo que encuentra le gusta y le atrae mucho; por ello, inmediatamente, entra en la web de su librería habitual y pide la obra (aunque la librería está en el pueblo, muchas veces —la mayoría—, para mayor comodidad, suele hacer los pedidos vía web, y recogerlos y pagarlos después en el propio establecimiento).

Está seguro de que en unos pocos días tendrá en sus manos la obra de Ribeyro, sus famosas Prosas apátridas, y cree que le pasará con ella como con los Diarios de Rafael Chirbes, que, cuando le haga la primera cata —un primer vistazo rápido—, la disfrutará tanto que, impaciente, le será difícil esperar a que llegue su turno de lectura, una lectura ordenada y seria, lápiz en mano o… a la mano.

 

viernes, 21 de junio de 2024

Bernanos

Hasta ahora no me había interesado mucho por este autor, ni por su obra, y solo conocía a Georges Bernanos —sería más correcto si dijera que «sabía de él»— de referencia, pues había leído, en diversos libros que tratan el periodo de la Guerra Civil española, sobre su importancia como autor de Los grandes cementerios bajo la luna, una obra que (me acabo de enterar leyendo —El País, 19-06-2024— un artículo de Guillermo Altares, del que tomo información), descatalogada y tras mucho tiempo inencontrable en las librerías (por cierto, aquí en nuestro país estuvo prohibida durante muchos años), se ha vuelto a editar en castellano, pues la ha publicado recientemente la editorial Pepitas de calabaza.

Se trata, según Annah Arendt, de «el libro más importante escrito contra el fascismo» (acabo de encargárselo por guásap a mi librero, aunque tengo una edición digital a la que ya he echado un vistazo), un clásico de nuestra contienda incivil, salido de la pluma de un escritor —dice Altares— «católico practicante, conservador, con un hijo falangista, escandalizado por los ataques contra la Iglesia en la zona republicana, […] un firme partidario del bando fascista», al que el comienzo de la guerra civil pilló viviendo en Mallorca, por lo que fue testigo de los disparates que llevaron a cabo allí los vencedores (recuérdese: los rebeldes levantados en armas contra el régimen legal constituido) en su más que brutal represión sobre los republicanos.

Leo en el artículo antedicho que Georges Bernanos fue «un intelectual honesto en la Europa de los años treinta, sobre la que se iba a abatir una catástrofe inconmensurable. […] intuyó lo [que] iba a ocurrir en muchos otros lugares y sabía que la crueldad del fascismo español era el primer episodio de algo mucho más amplio. Da miedo leer ahora las lúcidas palabras de aquel escritor francés que nunca renunció a la humanidad».

Como muestra, un botón:

«La cólera de los imbéciles llena el mundo. Vuestro profundo error es creer que la estupidez es inofensiva. La estupidez no tiene más fuerza que un cañón de pequeño calibre, pero una vez en movimiento, puede con todo. Ninguno de vosotros ignora de lo que es capaz el odio paciente y la vigilancia de los mediocres y sembráis el grano en los cuatro puntos cardinales». (Bernanos, Georges: Los grandes cementerios bajo la luna. Logroño: Pepitas de Calabaza, 2024).

Un botón que nos invita a pensar, que nos lleva a una oportuna reflexión, sobre todo a quienes, temerosos, observamos el peligro del auge de determinadas organizaciones de ultraderecha (negacionismo diverso, homofobia, antifeminismo…: involución en muchos sentidos) en numerosos lugares del planeta; sin ir más lejos, piénsese en lo ocurrido en las últimas elecciones en Alemania, en Italia, en Francia… por poner solo unos pocos ejemplos europeos.

 

viernes, 14 de junio de 2024

Votos

Día de votaciones; esta vez, las europeas. Vuelvo de mi colegio electoral hablando con un amigo muy amigo, más aún, que, como yo, acaba de ejercer su derecho al voto (temprano, a primera hora, dice que porque a esta hora hay menos gente y, además, porque así se quita pronto de encima esa obligación); y caminando de regreso me cuenta que le vienen a la cabeza (parece que se detiene a pensarlo y a recapitular mentalmente) sus sucesivas votaciones desde que acabó la dictadura en nuestro país y comenzó la tan esperada democracia: Primero fue votante del Partido Comunista (dice que esto le aparece en su mente algo confuso); después lo fue de Izquierda Unida; posteriormente, cuando esta se alió y se integró en Podemos, votó a la formación morada; y, por último, ahora, es votante de Sumar, al que, desde el principio, le gustaría que se uniera Podemos (echa pestes de la que denomina «maldita diseminación de la izquierda por un quítame allá esas pajas»).

Tras la enumeración, me dice que cree que su voto responde a la idea —nada original, añade— de que, cuando gobierna, al partido socialista, a la socialdemocracia en general, le viene bien necesitar el apoyo de alguna fuerza política situada a su izquierda, una fuerza que tire en esa dirección para conseguir sacar adelante medidas menos tímidas, más valientes, progresistas… más avanzadas —acaba diciendo—, siempre y claramente a favor de lo público (enseñanza, sanidad, servicios sociales…), unas medidas políticas que cubran las necesidades de todos los ciudadanos, pensando especialmente en los más necesitados, en aquellos que no pueden permitirse pagar buenos [¿buenos?] servicios privados, considerando, además, que esta es la única manera de que funcione el ascensor social. Y no es que no crea en los valores de la socialdemocracia (y dice, para concluir, que incluso la ha votado en alguna ocasión, en la localidad), es que le parecen mejores sus frutos cuando, como ahora, gobierna en coalición con fuerzas situadas en el espectro político de su izquierda.

 

viernes, 7 de junio de 2024

Ende vom Lied

Con el nombre genérico de «recordatorios», suelo apuntar desde hace años (en el ordenador, en el móvil, en libretas que voy numerando una tras otra…) mis quehaceres: tareas pendientes, frases que me dicen algo y que quiero desarrollar después, proyectos, ideas...

Y en una de esas libretas que tengo numeradas me acabo de encontrar uno de esos recordatorios en el que leo: «Compartir: Diario», y aparece con la fecha de 29 de octubre, que en un primer momento supongo que debe de corresponder al día en que tomé nota, creo, no sé por qué, que en 2015; pero no, después me doy cuenta de que no es así.

La verdad es que no me acordaba de dónde obtuve el texto del recordatorio —que aprovecho y pongo a continuación—, pero he buscado aquí y allá y he acabado encontrando que es de André Gide, concretamente de su Diario, en el que escribió, con fecha de 29 de octubre de 1888, lo que sigue:

El Ende vom Lied [Fin de la canción] de Schumann me ha producido una impresión profunda que me durará mucho tiempo. Es el canto de muerte de la felicidad, todavía alegre, como por el recuerdo, pero lleno de incipientes lágrimas a la vista del futuro.

Como cuando se ve una puesta de sol —el ojo conserva aún durante mucho tiempo la visión de su esplendor que ilumina la oscuridad— nada me ha mostrado tan bien la huida irremediable de los días felices. […]

Gide, André: Diario. Selección, traducción y prólogo de Laura Freixas. Alba Editorial, pág. 66.

Recuerdo que, cuando leí el Diario de Gide —en realidad, una selección del mismo—, deduje que el escritor debió tocar el piano decentemente, desde joven, y que este instrumento fue muy importante en su vida, siempre a su disposición, cerca de su mesa de trabajo.

Con la intención de escucharlo tranquilamente, he buscado el Ende von Lied, del que he encontrado en audio algunas buenas versiones, todas de pianistas de talla reconocida (Perahia, Argerich, Brendel, Richter…); y, sí, me ha parecido hermoso, grande, impresionante…, y, de pasada, me ha traído a la mente lo que conozco de la tormentosa vida de Schumann; pero apenas he podido localizar algún vídeo de esta obra que merezca la pena para, tras trabajarlo un poco, mostrarlo en Abonico, por lo que me he tenido que conformar con el único encontrado cuya buena calidad de imagen no desmerece de la del sonido que la acompaña: se trata de la interpretación de la pianista polaca Anna Lipiak.