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viernes, 7 de julio de 2023

Llosquico

Otra palabreja: «llosco». La he buscado y no aparece en el diccionario de la Real Academia, pero sí en algunos vocabularios de términos murcianos; concretamente la he localizado —entre los que tengo a mano— en el de Diego Ruiz Marín, en el de Justo García Soriano, en el de Alberto Sevilla y en el de Miguel Ortuño Palao y Carmen Ortín Marco (en este último aparece como «llozco»). Dice García Soriano que proviene «del valenciano “llosch, ca”, cegato, miope, y este del latín luscus, tuerto», y que significa «oscuro, fosco, a media luz».

Yo la aprendí, hace ya mucho tiempo, oyéndosela pronunciar a mi tío Enrique, en diminutivo: «llosquico», que era como la utilizaban —por lo leído en el diccionario de Alberto Sevilla— los huertanos y campesinos de las generaciones anteriores a la mía para indicar el amanecer y el anochecer (sobre todo, este último), en esos minutos, entre dos luces, en que ni es de noche ni es de día.

Y todo esto aparece ahora en mi cabeza porque hace unos días estuve cenando con mis primos de la familia Abellán Zamora, y, hablando con José Antonio, el hijo de mi tío Enrique, me acordé del término que tanto me chocó cuando se lo escuché decir a su padre —aclaración de significado incluida, a petición mía—, hará ya por los treinta años.

 

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