SECCIONES

viernes, 17 de abril de 2020

Entre todo y nada

Ya en plena crisis del coronavirus, cada cual encerrado en su casa, vienes leyendo y escuchando, de manera muy repetida desde los inicios del confinamiento, que cuando todo esto pase «nada volverá a ser como era» porque necesariamente habremos aprendido bien la lección; pero por otro lado también lees, escuchas… (de gente más pesimista, ¡claro!, y no sabes si más realista: te inclinas a creer que sí) que «todo volverá a ser como era» porque, como somos como somos, que no tenemos arreglo… pues… eso: que volveremos a más de lo mismo, a más de lo de antes.
«¿Y tú qué piensas?» te preguntas, sabiendo de tu cuasi pesimismo crónico. ¿Yo?... pues… —te detienes un poco a reflexionar— pienso que hay mucho margen entre ambas frases: entre la del «todo seguirá igual» y la del «nada seguirá igual»; y que quizás lo mejor —¿lo ideal?— sería que… ni una cosa ni la otra, que sería preferible que no todo volviera a ser como antes, o que, por lo menos, algunas cosas —diría que bastantes o muchas, que eso habría que estudiarlo— no vuelvan a ser como eran antes, porque… quiero suponer que algo sí que habremos aprendido.
Al final te viene a la cabeza una viñeta de Joaquín Rábago, El Roto (El País, 05-04-2020), que da en plena diana, que nos ofrece la clave, diciéndonos lo que nos espera: en ella se ve dibujada la gran Esfinge de Gizeh, de perfil y con mascarilla, y por encima de la gigantesca escultura se puede leer: «Cuando todo esto pase nada volverá a ser igual… ¡menos lo de siempre, claro!».


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