SECCIONES

viernes, 20 de septiembre de 2019

Alcaiola

No recuerdo que hubiese elepés entre los primeros discos que escuché en aquellos últimos años de mi infancia y primeros de mi adolescencia en casa de mis padres, unos cuantos ejemplares comprados por mi nene, quien, como buen hermano mayor (trece años más que yo y diez más que mi hermana), ejercía como innovador vanguardista, un eficaz introductor de la modernidad en aquella sobria casa. En mi memoria solo aparecen portadas de discos pequeños, de los que giraban en el picú familiar a 45 revoluciones por minuto (singles, aunque aquí aún no se llamaban así), que llevaban uno o dos temas por cada cara.
Uno de aquellos discos mostraba, abarcando toda la superficie de la portada, la imagen de una mujer guapa, atractiva para aquellos años, y sobre ella, como encabezando la carátula, se podía leer «Al Caiola con sus guitarras y orquesta» (todo con mayúsculas, pero no todas del mismo tamaño), aunque yo siempre lo vi de otra manera, pues leía Alcaiola, todo junto, y, además, asocié desde la primera vez este nombre, que con su terminación en «a» me parecía femenino y muy bonito, con la imagen de la mujer que se veía bajo él; así que Al Caiola —Alcaiola para mí, como he dicho— ha sido en mi mente durante muchos años nombre de mujer, el de la mujer que aparecía en la carátula de aquel disco, que yo creía, por tanto, una virtuosa de la guitarra eléctrica.
Mirando ahora la portada, entiendo perfectamente mi confusión de entonces, pues se aprecia en ella muy poca separación entre AL y CAIOLA —AL CAIOLA—, un espacio mínimo que facilitó mi equivocación infantil.
Refrescada mi memoria al ver la carátula, resulta que puedo tararear con facilidad los temas que oí una y otra vez en este disco durante aquellos años: Pepe, que yo asociaba con mi nombre y también con la figura de Cantinflas que aparecía en la portada de otro de aquellos singles de mi casa, uno que contenía el mismo tema pero vocal, cantado por Nat King Cole: «♫Donde hay parranda y risa está Pepe...♫»; Calcuta «♫Calcuta eres mi vida, Calcuta eres mi amor...♫»; incluso, aunque menos, también me acuerdo de Ruedas; pero la melodía que durante todo el tiempo transcurrido desde entonces ha permanecido en mi memoria asociada a este disco de Al Caiola es Apache, un atractivo exitazo de la época, todo un mito que —mucho después lo supe— The Shadows contribuyó a popularizar y que tantos otros músicos interpretaron. 
Bien, pues ha sido no hace tanto cuando me he enterado de que el nombre que yo creía Alcaiola era en realidad Al Caiola, y de que el tal Al Caiola (Alexander Emil Caiola) fue un famoso —no una famosa— guitarrista que interpretó con sus guitarras eléctricas muchos de los grandes temas de entonces, entre los cuales traigo aquí, ¡cómo no!, Apache.

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