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viernes, 28 de junio de 2019

Abuelo de hoy

Un grupo de amigos y conocidos hablábamos no hace mucho en la terraza de un bar del pueblo sobre la muy apreciable, aunque no sé si del todo y por todos apreciada, labor de los abuelos de hoy para con sus hijos y nietos, y la comparábamos con la de los abuelos de aquellos años de nuestra infancia, la de los nuestros.
Comentaba al respecto uno de los tertulianos de aquel día, no habitual en el corro, que no se pueden equiparar ambos casos: «no hay color», decía; y el resto de los allí reunidos, abuelos también la mayoría, nos manifestamos (¡casi en orden!, algo difícil, créase) de acuerdo con el ocasional ponente, quien a continuación añadía que, por lo pronto, con suerte, los niños de antes teníamos normalmente uno o dos de los cuatro abuelos del grupo clásico, y que, sin embargo, hoy en día son muchos los chiquillos que tienen incluso más de cuatro, y que, además, bastantes de estos abuelos de ahora desempeñan («desempeñamos», corrigió al momento) labores antes impensables en los nuestros.
He reflexionado sobre ello después, tranquilamente, y, por lo que a mí respecta, desde luego que no tiene nada que ver la actividad desplegada conmigo por cualquiera de mis abuelos en aquellos tiempos de mi niñez (mi abuelo materno y mi abuela paterna: los que vivían todavía entonces) con la que, cuando tengo ocasión y puedo, desempeño yo con mis nietas en la actualidad. He comparado en mi mente ambas labores y estoy convencido de que esta mía es realizada de manera mucho más consciente, y más diversa, y mucho más movida… y con estudiada intención educativa: sí, con una pedagogía en la que entran la expresión oral, la lectura y la escritura, la numeración, el cálculo y los problemas de matemáticas, la canción, el relato oral, el dibujo... y casi todo de forma lúdica, a menudo bajo el prisma del juego musical.
La verdad es —también esto hay que decirlo— que la edad, el estado físico… la salud de mis abuelos entonces, además de su capacidad intelectual, de su preparación y conocimientos, amén de su actitud, tampoco creo que se parecieran mucho a los míos de ahora.

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