SECCIONES

viernes, 28 de octubre de 2016

¡Y yo meando!

Antonio no puede evitar pensar lo mismo que el año pasado, y que el anterior, y el anterior al anterior. Cada año se queda con la misma cara, con la misma impresión: “siempre igual, ¡menudo ignorante!”. Y este, lo confiesa una vez más: “de nuevo me han pillado meando”. Eso es lo que siente ante la adjudicación anual del Premio Nobel de Literatura, lo que, bromeando consigo mismo, piensa cuando se entera de su identidad.
Pillar a alguien meando, aquí, coloquialmente, significa que lo cogen descuidado, inesperadamente, fuera de juego.
Lleva unos años animándose cuando al acercarse la fecha, en lecturas prospectivas, ve en la prensa los nombres de algunos candidatos al premio. Se anima porque entre los favoritos de estos últimos tiempos encuentra nombres que conoce, como los de Haruki Murakami, Philip Roth y Milan Kundera; y se dice: “¡qué bien si se lo dan a uno de los autores que he leído, aunque sea por una vez, a alguno de quienes conozco alguna obra!”; y a continuación suele añadir, siempre mentalmente, sintiendo cómo le asoma una puntita de vanidad: “además, si se lo dieran a Roth... de él he leído unas cuantas, entre ellas —la primera que cayó en mis manos, mi favorita— El lamento de Portnoy, que suelo recomendar y, a menudo, regalar de tanto como me gustó”.
Pero los lectores, los periodistas, los críticos... proponen y la Academia Sueca dispone. Ha llegado el momento y, como siempre... ¡sorpresa!: el premiado ha sido Bob Dylan “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Sí, desde luego que a este lo conoce más que en sus fechas respectivas conocía a Svetlana Aleksiévich o a Patrick Modiano, pero no se lo esperaba. ¿Alguien lo esperaba? Para Antonio, Dylan es un cantante; ha escuchado muchas veces Blowin’ in the wind, y también House of the rising sun, Mr tambourine man y algunas otras. “Habrá que ponerse las pilas —piensa, imponiéndose humildad— tendré que leer la letra de sus canciones a ver qué tal la literatura”.
Así que, se dice, otra vez meando”.

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