SECCIONES

jueves, 9 de julio de 2015

Cinturones y herreros (1)

A Rafami cuñado, que es Herrero
Allegro ma non troppo
Allegro ma non troppo es el título de un inteligente y divertido librito del escritor italiano Carlo Maria Cipolla (1922-2000), catedrático de Historia económica y uno de los grandes historiadores del siglo XX.
Consta de dos partes, dos ensayos, cortitos y con mucho humor, publicados por separado en los años setenta del siglo pasado, en edición reservada para los amigos del autor. Su éxito hizo que algunas personas intentaran conseguirlos por medio de familiares y amigos de Cipolla, y otras los copiaran incluso a mano; así, los escritos se extendieron de forma clandestina, hasta que, finalmente, el autor decidió, tras su revisión, publicarlos en 1988.
El primer ensayo, El papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media, parodia estudios sesudos de economía para mostrarnos el picante papel de la pimienta en algunos fechos de la Europa medieval.
El segundo, Las leyes fundamentales de la estupidez humana, parodia estudios sociológicos para mostrar la abundancia, el comportamiento y la peligrosidad de las personas estúpidas.
Me gustaría tratar ahora en Abonico los argumentos que esgrime Cipolla en el primer ensayo. El segundo, ya veremos si tiene cabida en otra ocasión.
Pimienta, guerra, cinturones y herreros
A finales del siglo V se produce el hundimiento del Imperio Romano, y con él cae también el comercio con Oriente. Posteriormente, siglos VII y VIII, el avance musulmán le da la puntilla a las escasas relaciones comerciales Oriente-Occidente; en consecuencia, la pimienta oriental acabó siendo en Occidente un bien tan escaso y costoso como nunca antes lo había sido.
La pimienta, se sabe, es un potente afrodisíaco. Sin ella los europeos apenas consiguen compensar las pérdidas de vidas humanas causadas por las frecuentes guerras, entre locales y con los extranjeros.
Para liberar Tierra Santa de la opresión musulmana, a los cristianos se les ocurre organizar las Cruzadas, que permiten, también, abrir de nuevo las vías de comunicación con Oriente y, por tanto, el comercio, reabasteciendo a Europa de pimienta.
Los musulmanes fueron derrotados y el comercio de la pimienta creció, de tal modo que el aumento de su consumo incrementó el vigor en los hombres, que, rodeados de tantas mujeres, se dieron cuenta de la situación.

Y así, con unos guerreros lejos de sus hogares durante períodos largos de tiempo y unas mujeres abandonadas por sus maridos, nació la idea del cinturón de castidad: los cruzados colocan a sus mujeres el artefacto y con ello creen evitar el engaño y las continuas bromas pesadas por parte de sus propios compañeros.
Y… claro… con tantos hombres “estimulados” y tantas mujeres con cinturones de castidad, ellos se interesaron por la elaboración del hierro, se hicieron herreros, prosperaron y se dedicaron a hacer llaves y herramientas para abrir los cinturones “protectores”. 
Y esto provocó que la metalurgia europea entrara en fase expansiva y que el apellido Herrero (Smith en Inglaterra, Schmidt en Alemania, Ferrari, Ferrario, Ferrero o Fabbri en Italia, Favre, Febvre, Lefevre en Francia…) aumentara considerablemente.

Ya ves, Rafa, de dónde viene tu apellido.
  

1 comentario:

  1. Gracias, Pepe, por la dedicatoria.
    Es evidente que el origen de mi apellido estuvo ligado al hierro; y en consecuencia, al trabajo u ofcio de aquellos que lo manipularon para transformarlo.Pero pensaba, en mi ingenuidad, que la causa principal de su expansión y cantidad fue la necesidad que tuvo aquella sociedad de herrar a tanto equino.Nunca hubiese pensado que sería la pimienta la que
    convertiría mi apellido en el màs abundante.
    Todos los días se aprende algo.
    Gracias, "cuñao".

    ResponderEliminar