«La auténtica medida de la vida es el recuerdo», leí, hace ya un tiempo, que pensaba Walter Benjamin (Foenkinos, David: Charlotte. Madrid: Alfaguara, 2015, pág. 158).
Ahora, quizás porque dedico buena parte de mis horas a escribir sobre mis recuerdos, me doy realmente cuenta del acierto que encierra esta oración.
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