SECCIONES

viernes, 13 de septiembre de 2024

Gregoriano

«¿Para qué el canto gregoriano?», se preguntaba no hace tanto Helena Resano (en InfoLibre, 25-11-2021), trasladando al título de su artículo la pregunta que le había hecho una hija suya en esa edad tan especial que es la adolescencia.

¿¡Cuántas veces habré recibido yo, sobre todo estando en clase como docente, y más aún como profesor de música, una pregunta parecida!?, una pregunta que siempre me he tomado como un menosprecio por el saber, y más específicamente como un absoluto desprecio por mi querida asignatura, a menudo considerada una maría inútil, y no solo por el alumnado.

«Maestro, ¿para qué vale la música, para qué la voy a necesitar en el futuro?», te podía preguntar algún alumno, a veces —si tenías suerte, no siempre— de manera más o menos educada.

La gente, mucha gente, creo que una gran mayoría, ignora el valor formativo que, concretamente en el ámbito pedagógico, aporta la música. Sí, se suele desconocer de la misma que, además de, como dice el refrán, amansar a las fieras, que lo hace y muy bien —función terapéutica—, aporta otros muchos y firmes valores educativos, y tanto por sí misma —por los beneficios intrínsecos de su escucha, de su estudio, de su práctica—, como cuando presta su apoyo y ayuda —si es bien utilizada— a otras disciplinas curriculares: lengua, idioma, matemáticas, ciencias sociales, ciencias de la naturaleza…, una faceta en la que, desde hace ya mucho tiempo, vengo defendiendo la idea —una máxima— de que «La letra con música entra», enunciada, a ser posible, rítmicamente, como yo lo hago:

 

viernes, 6 de septiembre de 2024

Dos tuits

El político catalán Xavier García Albiol escribió hace poco en la plataforma X un tuit en el que sobresalía la conclusión a la que había llegado mirando a un grupo de gente, «marroquíes» según él, una conclusión que, con posterioridad, ha defendido a capa y espada en distintas ocasiones y diversos medios de comunicación:

Estoy en un ferry de Balearia desde Ibiza a Barcelona. Han embarcado a unos diez hombres marroquíes - todos con una bolsa de una entidad social- de entre 25 y 40 años, todos con teléfono, casi todos con gafas de sol, aspecto saludable, alguno incluso con un cuerpo de gym y haciéndose fotos con el signo de victoria. Cuando lleguen a Barcelona se repartirán por las ciudades del entorno, entre ellas supongo que #Badalona. Lo que ocurra después, con casi toda seguridad, la mayoría ya lo sabemos. Esto acabará como Francia antes que después. Al tiempo. (García Albiol, Xavier: tuit de 19-08-2024, en X).

Leído y releído el tuit, y escuchada y vuelta a escuchar su posterior defensa argumentativa del mismo, me planteo que, con toda probabilidad, habrá gente que, segura de sí misma, estará de acuerdo con la conclusión del político, incluso habrá alguna, seguro que esta aún más segura, que crea que se queda corto en su mal augurio, y, por otro lado, también habrá gente, con tanta o más seguridad que la de la otra vertiente, a la que dicha conclusión le parecerá un disparate, gente que opinará que el tuit huele a racismo, tal y como le ha ocurrido a Gerardo Tecé, quien, con una argumentación parecida a la del «sheriff de Badalona» —así he leído que llaman algunos al catalán—, ha respondido con otro mensaje en la misma plataforma tuitera:

La tasa de delincuencia entre quienes pertenecen al PP es mucho mayor que la media de la población española. Su cultura es robar y no se quieren adaptar. Podemos llamar ladrón y delincuente a García Albiol sin miedo a que se enfade porque, según él, es una realidad que está ahí. (Tecé, Gerardo: tuit de 22-08-2024, en X).

Así que… lectoras y lectores… saquen sus propias conclusiones.