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viernes, 17 de septiembre de 2021

Tener posibles

A falta de unos pocos minutos para que sean las nueve me cruzo en la calle con Mariano Romero, que vuelve de la terraza del bar en el que suele tomar café todas las mañanas antes de salir a andar.

—¡Cuánto tiempo sin vernos! —le digo nada más verlo acercarse.

—Porque he estado unos días en Torrevieja —me contesta.

—Es que los que sois ricos… —ataco, dejando la frase sin terminar.

—Los que tenemos posibles —me corrige de inmediato, bromista, levantándome muy significativamente, y al mismo tiempo, las cejas y el dedo índice de la mano derecha.

*

Conozco bien y me gusta mucho la expresión «tener posibles». En el diccionario de la Real Academia Española, en referencia al término «posibles», encontramos: «Bienes, rentas o medios que alguien posee o goza»; como ejemplo aparece: Mis posibles no alcanzan a eso; y dice que se usa también en singular, aunque yo desconozco este uso.

Hay que cambiar de vida. Hay que dormir bajo techo, que esto de estar siempre para luego morirse, aguantando las cuchilladas del viento y el frío, es una vaina. Hay que procurarse posibles. (Aldecoa, Ignacio: «Los bienaventurados», en Cuentos completos. Madrid: Alfaguara 2008, págs. 134-135).

 

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