SECCIONES

viernes, 9 de mayo de 2014

En busca del fuego

En busca del fuego es el nombre español de La guerre du feu (1981), una preciosa, divertida y educativa película de Jean-Jacques Annaud, basada en la obra del mismo nombre que el original francés: una novela — pionera del género “novela histórica”— escrita en 1911 por Joseph-Henry Boex, alias J. H. Rosny Aîné.
En los años en que Rosny escribió la novela, dice Juan Luis Arsuaga, se tenía una idea de los neandertales hoy superada, demasiado primitiva si se me permite la expresión; se trata de unos hombres prehistóricos muy brutos, que arrastran los pies y se balancean al andar, pues son incapaces de caminar erguidos totalmente. Esta trasnochada visión de los neandertales, más propia de la época de Rosny que de la de Annaud, se mantiene en la película, pero creo que no le resta interés.
¿Qué cuenta la peli? Muy brevemente: Época prehistórica; tras una escaramuza entre hordas, una de ellas pierde el fuego, que conoce y sabe mantener pero no sabe hacer. Como el fuego es imprescindible para su supervivencia, el jefe del grupo manda a tres hombres en su busca. Tras muchas peripecias muy jugosas, logran el fuego y el conocimiento para crearlo, además de otros aprendizajes derivados de sus contactos con otras gentes, unas más avanzadas que ellos y otras menos.
Pues bien… Prácticamente en mis veinte últimos años como maestro, cada vez que he tenido que explicar el tema de la Prehistoria he recurrido a En busca del fuego. Siempre con mucho éxito de público —niños, no lo olvidemos— y ya en las últimas ocasiones, quizá por la experiencia acumulada y siempre tras una previa explicación del período durante varias sesiones, la peli, a su conclusión, ha sido muy aplaudida por alumnos de 5º o 6º curso de Primaria.
Esto —el éxito de público— contrasta con lo que me ocurrió hace unos treinta años y que paso a relatar. Yo había contratado albañiles para la realización de una obra y le dije  a uno de ellos, un peón:
—Fulano, esta noche, en la tele, ponen En busca del fuego, una buena película, si puedes la ves y ya me dices mañana qué te parece —le dije de lo que trataba y le aconsejé que no se la perdiera.
Al día siguiente, nada más verlo por la mañana, le pregunto:
—Qué, Fulano, ¿te gustó la película que te recomendé ayer?
Muy desilusionado, incluso cabreado, responde (literalmente, no lo he olvidado):
—¡Mecágüendios! —con ese acento esdrújulo— ¡¡si no hablan na en to la película!!: ¡Yo me puse una del tío la manta!
El tío de la manta era, como sabrán muchos de ustedes, Clint Eastwood (la manta era el poncho con el que aparece en unos cuantos “spaghetti western” de Sergio Leone —Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo—). Dice un amigo mío que lo llamaban el tío de la manta ante la dificultad de pronunciar su, para la mayoría de la gente, enrevesado nombre.
Posteriormente, cada vez que he puesto la película para completar la explicación de la Prehistoria a mis alumnos, me he acordado del albañil Fulano; incluso, a veces, sobre todo últimamente, se lo he comentado a los niños:
—¿Cómo puede ser —les digo— que a vosotros os haya gustado tanto y, sin embargo, no le gustara nada a Fulano, que era treinta años mayor que vosotros?
—Porque él no comprendió nada, maestro —contestan, cargados de razón—; a él no se la explicaron.

Desde luego, a Fulano no se la habían explicado; la labor del maestro no había ejercido su influencia sobre él.

5 comentarios:

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  2. Pepe, Jean-Jacques Annaud es, con Luchino Visconti, el realizador canadiense que más ha creído en las imágenes de los grandes directores que conozco. En la época de su inicio en el cine, estando en el PNTIC, tenía una estrecha relación con la embajada de Canadá en España, sobre todo estudiando el cine experimental y los grandes éxitos de autores desconocidos para nosotros. "En busca del fuego"· y "El nombre de la Rosa", 1988, son dos adaptaciones de una realización perfecta que, como tú, son de las más utilizadas didácticamente en diferentes clases y etapas. Después de realizar "El oso", 1988, y "El amante", 1992, tuvo un gran desacuerdo con Marguerite Duras y ya solo nos llegó "Siete años en el Tibet", 1997, sus últimas cuatro películas están en las filmotecas canadienses y su distribución ha sido nula en España. Una desgracia como otra cualquiera. No sabes cuanto me alegra la coincidencia de medios didácticos que hemos utilizado. "En busca del fuego" la utilicé muy especialmente en una asignatura, "Ciencia, Tecnología y sociedad", y de ella los alumnos aprendían los tres términos que definen la asignatura con un elemento importantísimo como es la unión entre razas y el aprendizaje tecnológico sin solicitar nada a cambio. Estas películas, debidamente analizadas previamente y con un estudio posterior con los alumnos en el que sean ellos los que vayan obteniendo datos que el profesor organice y secuencie, es una de las mejores clases que se pueden impartir. Algunos piensan que la memoria es la que debe ser importante y estas pavadas no son objeto de estudio, ¿será, Pepe, porque pretenden que sus alumnos sean tan acémilas como ese pobre hombre al que no le explicaron lo que era pensar?

    Un abrazo, Pepe.

    P.D.: Prometido, Pepe, si no publicas no encuentro tu excelente artículo anterior. ¿Dónde estaba tu icono? No lo he encontrado hasta hoy...

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  3. Gracias, Antonio, por tu aportación.

    Yo he utilizado la película para hablar, en general, de la Prehistoria, pero, sobre todo, de las diferencias entre cromañones y neandertales, de la evolución, del aprendizaje por contagio… Como tú dices: es una de las mejores clases que se pueden impartir.

    Un abrazo.

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  4. Para completar el encabronamiento de tu amigo, la película debería haberse rodado en blanco y negro. A mí me preguntaron a los 10 minutos de comenzar "El apartamento" (B. Wilder), si eso iba a ser así todo el rato. Comprobado: El cine mudo y/o en blanco y negro les pone nerviosos. Les parece "prehistórico". Casi tanto como su apreciación artística.

    P.D.: El tío de la manta dirige películas altamente recomendables.
    Un abrazo

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  5. De acuerdo en todo, Pedro. Cierto: el cine mudo también es despreciado por muchos adultos “amendrugados”, mientras que los niños, en el colegio, me han respondido muy bien, por ejemplo, con Chaplin: “El chico”, “El circo”, “Luces de la ciudad”…

    Un abrazo.

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