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domingo, 9 de febrero de 2014

La tuba y el trombón

Forges, 19-01-2006, El País

Hace bastante tiempo, más todavía, me sorprendió escuchar, viendo una película, muy buena por cierto (El secreto de vivir, de Frank Capra), cómo, en el doblaje, llamaban trombón a una tuba. Muchas veces lo he comentado desde entonces. Pero, es curioso, eso no ocurre en el original —inglés— ni en los subtítulos en español, donde la tuba es una tuba, como tiene que ser.

 
Para una buena cantidad de gente, yo diría que para la mayoría, cualquier instrumento musical es un pito. Da igual que sea un clarinete, un oboe, una flauta… incluso, a veces, un violín.
Ahora, con el tiempo pasado, ya no me sorprende tanto, pero sigue haciéndome gracia lo disculpada que está la ignorancia musical comparada con cualesquiera otros aspectos del saber. Por ejemplo, es frecuente escuchar “yo es que de música no entiendo” o “yo es que no he estudiado música”, pero no es tan frecuente “yo es que no he estudiado matemáticas” o “yo es que no he estudiado ortografía”.
En la misma línea del chiste de Forges con el que comienza esta entrada, un amigo mío, cuando en una conversación aparece algún nombre propio perteneciente al mundo de la ciencia, la música, la literatura, el cine…, considerado raro por él, como, por ejemplo, Tchaikovsky, suelta de inmediato con bastante gracia:
—¿En qué equipo juega ese?

Y ya termino. Otra vez el trombón, ahora en un libro. La chica del trombón es una novela de Antonio Skármeta, más conocido por El cartero de Neruda —que fue llevada al cine: El cartero (y Pablo Neruda)— y El baile de la Victoria —Premio Planeta 2003—. Pues bien, en la portada de la novela La chica del trombón aparece una niña mirando por la boquilla de una tuba. Véanlo:

¡Qué casualidad!
Saquen ustedes sus propias conclusiones.


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