Finalizando la primera mitad de los años setenta del s. xx, unos pocos estudiantes universitarios santomeranos (ya maestros de escuela, trabajando en la enseñanza privada y a la espera de convocatoria de oposiciones para la pública) compartíamos piso en Murcia con otros de Moratalla; y a nosotros nos hacía mucha gracia una expresión utilizada por ellos referida a lo que aquí en el pueblo llamábamos «echarse novio/a» o «tener novio/a», pues nuestros amigos moratalleros decían «ponerse novio/a».
Muchos años después —cincuenta, más o menos—, leyendo a la escritora chilena Isabel Allende, me encuentro con una expresión que, por su parecido con la de nuestros compañeros de piso de aquellos tiempos, me hace detenerme a paladearla (el subrayado es mío).
Cuando tropezó con él, dos meses después de ponerse de novia y siete antes de la fecha fijada para la boda, descubrió el amor de las novelas […] (Allende, Isabel: Largo pétalo de mar. Barcelona: Plaza Janés, 2019, pág. 183).
Busco en internet, y, en el diccionario de la Real Academia Española, en la entrada «poner», encuentro un par de acepciones a las que veo relación con las expresiones «ponerse novio/a» y «ponerse de novio/a».
En la acepción 33. poner. tr. Hacer adquirir a alguien una condición o estado. Poner colorado. Poner de mal humor. U. t. c. prnl. Ponerse pálido.
Y en la acepción 43. poner. prnl. coloq. Dedicarse a algo o, especialmente, comenzar a hacerlo. Se pone con los juguetes y se olvida de todo. A eso de las nueve, me pongo con la cena.
Sigo buscando en la red y hallo —aunque no sé cuánto es de fiar esta fuente— que, en Andalucía, la gente usa bastante la expresión coloquial «ponerse de novio»; y entonces pienso que es posible que en Moratalla (recuérdese que murcianos y andaluces somos vecinos) esta expresión —«ponerse de novio»—, una vez perdida la preposición, haya quedado como «ponerse novio», tal y como decían mis compañeros de piso moratalleros: «fulano se ha puesto novio hace poco».
Bien… pues todo este aluvión de recuerdos, búsquedas y hallazgos lo desencadenó una lectura muy posterior, la de la oración «Estaba de novia con un teniente de navío», que aparece en Sobre héroes y tumbas, del argentino Ernesto Sábato (Austral, 2020, pág. 331).
Así que a las expresiones «echarse novio/a», «tener novio/a», «ponerse novio/a», «ponerse de novio/a», hay que sumar —por ahora, ya veremos más adelante— «estar de novio/a».
Añadidura
Unos cuantos años después de lo expuesto en los párrafos anteriores, que finaliza con un precavido: «por ahora, ya veremos más adelante» (por cierto, sin publicar aún), me encuentro con una expresión que, también, como las anteriores, llama mi atención: «sacarse novio», que figura en la página 147 de la obra que tengo actualmente sobre mi mesilla de noche: Hasta que empieza a brillar, de Andrés Neuman (Alfaguara, 2025), una biografía ficcionada de la filóloga (bibliotecaria, archivera, lexicógrafa…) María Moliner, la autora, en solitario —una gigantesca hazaña—, del famoso y muy loado Diccionario de uso del español, más conocido en el mundo académico por el nombre de su autora: El María Moliner.