Entre los músicos que han utilizado la melodía
del Dies irae
en sus composiciones —la del canto llano y, por supuesto, algunos
de ellos “jugando” con ella, variándola— hemos seleccionado, y
escucharemos ahora, a Berlioz
y a Saint-Saëns.
Hector Berlioz
(1803 - 1869) utiliza el tema en su poema sinfónico Sinfonía
fantástica, op. 14 (1830), un
buen ejemplo de música programática.
El gran
compositor francés se enamoró apasionadamente de una actriz
irlandesa, Harriet
Smithson;
aunque posteriormente
sería su esposa, en un principio lo rechazó y Berlioz expresó su
desesperación en la Sinfonía
fantástica.
La obra, subtitulada Episodio
de la vida de un artista, consta
de cinco movimientos, el último de los cuales lleva por título
Songe d'une nuit du Sabbat (Sueño
de una noche de aquelarre o
Sueño de una noche de brujas).
En este
movimiento, el compositor se ve a sí mismo, tras su propia muerte,
entre brujas y monstruos, mezclada con los cuales baila su amada,
otra fea y vieja bruja, que se burla de él. Campanas fúnebres…
cantos a los muertos…
Y es aquí, en este quinto movimiento, donde
aparece el Dies irae,
el famoso tema de la misa de
difuntos.
El otro ejemplo que tratamos hoy,
igualmente de música programática, se lo debemos —ya lo hemos anticipado— al también
compositor francés Camille
Saint-Saëns.
Y también es un poema sinfónico:
la Danza
macabra, op. 40 (1874), para
violín y orquesta, basada en un poema de Henri
Cazalis —médico y poeta
simbolista francés, amigo de Mallarmé—
que describe los horribles sucesos que acontecen en un cementerio en
la noche de difuntos,
la víspera de Todos
los Santos.
Cuando
el reloj da la medianoche, aparece la figura de la Muerte y levanta a
los esqueletos de sus tumbas para que bailen las melodías que toca
en su violín. El xilófono sugiere vívidamente el claqueteo de los
esqueletos. Finalmente, cuando el gallo canta (solo de oboe) al
amanecer, los esqueletos vuelven a sus tumbas y la Muerte también
desaparece. (Roy
Bennett:
Léxico
de música,
Akal, 2003).
Saint-Saëns incluyó —hay quien dice que con
gusto discutible— una parodia de la melodía del Dies irae de unos
pocos segundos de duración. Atentos,
porque al no ser tan fiel al original, es un poquito más difícil la
identificación.
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