SECCIONES

viernes, 30 de septiembre de 2022

Gilipolling

No nos equivoquemos, se trata de inventar y utilizar nuevas palabras y expresiones (de sonoridad esnob, rimbombante y en pocas ocasiones en nuestra propia lengua: cool, celebrity, fake, coach, working, runner, fake news, on fire, happy flower, community manager…) muchas veces para denominar actividades en auge, de moda, y a menudo sin que ello obedezca a la ausencia de palabras y expresiones que las denominen o puedan denominar en nuestro vocabulario, sino más bien al gilipollismo imperante, más concretamente, y sobre todo, al de sus primeros practicantes.

Pensando ahora en esto, me recuerdo, hace ya casi cincuenta años, explicando a mi alumnado qué es un neologismo, y ocupa un lugar especial en mi memoria el énfasis que ponía, lo que insistía entonces, en los neologismos superfluos, que, intencionadamente, solía mezclar y relacionar con los eufemismos.

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

Esaborío

Leyendo Dicen los síntomas, de Bárbara Blasco (Tusquets, 2020), veo escrita la palabra «desaboridas» y noto que se enciende una lucecita en mi cabeza, pues, aunque el término «desaborido» no aparece, tal cual, en mi vocabulario personal, sí lo hace «desaborío», y más aún… ese «esaborío» que en mi infancia tantas veces oí decirle a alguien o decir de alguien. Y me acuerdo de haberlo oído con diferentes matices semánticos, pues, en el decir de la gente, ese alguien, podía «ser» esaborío o «estar» esaborío, incluso, «volverse» un esaborío.

Y, ya metido en faena, pronto se me ocurre que «desabrido», que me viene a la cabeza y relaciono con «desaborido», puede ser una síncopa del mismo. 

 

viernes, 16 de septiembre de 2022

Sandio

Me recuerdan en la radio la palabra «sandez». Dicen que se utiliza muy poco en singular, apenas nada, pero más, mucho más, en plural: «sandeces».

El término «sandez», según el diccionario de la Real Academia Española, significa (además de «despropósito, simpleza, necedad») «cualidad de sandio», que, a su vez y lógicamente, significa, siempre según la misma fuente, «necio o simple», y que brilla por su ausencia —total, diría yo— en el vocabulario de la gente, de una gran mayoría.

¿Vivimos tiempos de más sandios y más sandeces? Creo que no; me parece, sin embargo, que la sensación es la contraria porque ahora hay muchísimos más medios de difusión que antes, y al alcance de casi todo el mundo: muchísimos más altavoces, muchísimo más potentes y, por ende, muchísimo más efectivos.