SECCIONES

viernes, 28 de octubre de 2022

Fuera y dentro

¿Cómo es posible que te acuerdes tan bien de algunas escenas de tu pasado y tan mal o nada en absoluto de muchas otras? Piensas con detenimiento en ello y te preguntas qué es lo que hace que, después de tantos años, todavía recuerdes —con precisión y matices a veces sorprendentes— una frase que siendo muy niño escuchaste decir a tu madre, y que, sin embargo, hayas olvidado tantísimas otras oídas a ella misma y a otras muchas personas de entonces y de después. Y por más vueltas que le das a este asunto no acabas de aclararte sobre los factores que influyen en la fijación de los recuerdos en la memoria para que, por un lado, esta sea capaz de retener per saecula saeculorum algunas cosas y, por otro, olvide más o menos pronto tantísimas otras.

Pasados unos años, es curioso fijarse en lo que quedó fuera y lo que se filtró. Sucedieron cosas presuntamente importantes y no dejaron huella escrita (por fatiga, por miedo, por desinterés, por que pasó el día, y el día después del día), y en cambio anoté otras que tal vez al lector le parezcan triviales. Pero a veces esas trivialidades atrapan una pequeña verdad en mangas de camisa. (Ordóñez, Marcos: Una cierta edad. Barcelona: Anagrama, 2019, pág. 11).

 

viernes, 21 de octubre de 2022

Miedo

«A la decadencia física de un hombre se le suma su miedo a la vida», leo que dice José Carlos Llop (La escafandra, Barcelona: Destino, 2016, pág. 72), a lo que yo apostillaría que su miedo (y no a la vida sino a la vejez, y más en concreto a una vejez dura o, aún peor, insoportable) es debido precisamente a su decadencia. 

 

viernes, 14 de octubre de 2022

Antes y ahora

Me ponen de mal humor quienes arremeten contra «la mala educación de ahora» (ese «ahora» lo vengo escuchando desde hace muchos años). Aseguran estos arremetedores que, debido a una total permisividad (les gusta mucho decir eso de que no hay que confundir libertad con libertinaje), hoy en día se han perdido el respeto y los buenos modales, y lo dicen al tiempo que, ignorantes, ensalzan la para ellos buena educación de antes, y la ensalzan de tal manera… que llegan a bendecir —por lo visto los echan de menos— los supuestos beneficios del uso de la correa por los padres y del de la palmeta por los maestros.

Por eso me ha alegrado el día la lectura de esta noticia:

Los nacidos entre 1997 y 2012, que ahora tienen como mucho 22 años, se distinguen por ser menos problemáticos que los mileniales de la generación anterior: fuman poco, beben menos, consumen menos drogas y salen menos de noche; parecen más responsables, son más estudiosos, más familiares y mejores compañeros; y aunque seguramente sufren más ansiedad, parecen más sanos y se declaran más felices. (Llaneras, Kiko: «La generación Z tampoco es peor que las anteriores (aunque los adultos no lo crean)», El País, 29-12-2019).