SECCIONES

miércoles, 28 de octubre de 2015

En magele dema…

Cuando la veo de vez en cuando por la calle, cargada de niños, aparentemente orgullosa, platicando de sus cosas con otras jóvenes madres, no puedo evitar el recordar que siendo niña, estando todavía en el colegio, ya la sometían a tratamiento para evitar que se quedara embarazada: “se veía venir”, comentan ahora los maestros que la tuvieron en clase por entonces.
Ya en aquella época, como queriendo compensar sus carencias escolares, se enorgullecía de que sabía muy bien fregar, limpiar, poner una lavadora…; decía, utilizando frases de uso común, que era muy curiosa, muy limpia —que dejaba los grifos del cuarto de baño como los chorros del oro; que, tras su limpieza, se podían comer sopas en la taza del váter...— y se veía muy dispuesta, dicharachera, simpática, como muy desenvuelta en estos asuntos; pero el trabajo escolar era un problema imposible para ella; algo en su cabeza le impedía acceder a las labores más o menos intelectuales del colegio.
Cuando muestro, por supuesto que anónimamente, un dictado que hizo estando ya finalizando su etapa de Primaria, los profesionales de la enseñanza a los que se lo enseño no pueden creer lo que tienen delante. Si, junto a lo que ella escribió, no pongo lo que le dictaron, nadie puede “descifrar su versión”.
¿Que no?
Prueben y verán.
Lo que escribió ella:
Lo primero que piensas ante este texto es que puede tratarse de un idioma desconocido: “En magele dema pero a vime quiorato be cosa biega…”, pero no es así; está escrito en nuestra lengua. Además, como pueden comprobar, la letra —caligrafía— es totalmente legible, incluso, buena, pero… ¿qué dice?
Lo que le fue dictado:
 Comparen.
¿Conclusión? 

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