SECCIONES

sábado, 3 de octubre de 2015

Mozart en África

Out of Africa (1985) es el nombre original de una película estadounidense, de Sydney Pollack, que en España se tituló Memorias de África, y en otros países de habla hispana, África mía. Ganadora de 7 Oscars en 1985, la obra está basada, libremente, en una novela de la escritora danesa Isak Dinesen  —sedónimo literario de Karen Blixen, más exactamente Karen Christentze Dinesen—, con guion de Kurt Luedtke y una impresionante fotografía de David Watkin. Los actores principales son Meryl Streep y Robert Redford, que protagonizan uno de los romances más famosos de la historia del cine.
El argumento es simple. A comienzos del siglo XX (1914, comienzo de la Primera Guerra Mundial), una europea decidida y fuerte, Karen Blixen (Meryl Streep), llega a Kenia, donde dirigirá una plantación de café junto a su mujeriego marido, un primo lejano, que le contagia la sífilis, del que no está enamorada y del que termina separándose. La película, sencilla, poética (hay quien la considera —Carlos Aguilar— llana y plúmbea), se centra en la relación de la protagonista —su enamoramiento— con el lugar y sus habitantes, así como en el romance apasionado que mantiene con el cazador Denys Finch-Hatton (Robert Redford).
Isak Dinesen en África
Casi toda la música del film es del compositor británico John Barry (1933-2011), creador del famoso “sonido Barry”, ganador de cinco Oscars, y considerado entre los diez grandes de la composición musical para cine. Es archiconocido sobre todo por su música en una docena de películas de James Bond, así como de la de El león en invierno y Bailando con lobos, entre otras muchas. Pero lo que los amantes de la música recordamos de Memorias de África es, sobre todo, el famosísimo, y más todavía desde entonces, Adagio —un extracto en el film— del Concierto para clarinete, en La mayor, K 622, de W. A. Mozart (su último concierto para instrumento solista, escrito originalmente para clarinete di bassetto). Mozart compuso la obra —para Anton Stadler, clarinetista, amigo y “hermano” masón— a los treinta y cinco años, en octubre de 1791, en Viena, dos meses antes de morir en lo más alto de su madurez creativa.
Detalle de un retrato inacabado 
de Mozart, el mejor según su mujer.
La versión que escuchamos en Memorias de áfrica —en mis lejas, en vinilo—, es la de Jack Brymer, todo un mito, a quien se sitúa a la cabeza de la escuela británica de clarinete.
Brymer fue profesor en la Royal Academy of Music y en la Royal Military School of Music, y solista, entre otras, de la Royal Philharmonic Orchestra, de la BBC Symphony Orchestra y de la London Symphony Orchestra. En esta ocasión está acompañado por la Academy of Saint Martin in the Fields bajo la dirección de Neville Marriner.
Déjense hipnotizar por el encanto del adagio, el movimiento cumbre de un concierto considerado una verdadera obra maestra del último estilo mozartiano, la obra que, para muchos especialistas, hasta hoy, mejor ha hecho justicia al clarinete. La melodía de este movimiento, tierna, íntima y aparentemente sencilla, es de una belleza sublime, símbolo de levedad y serenidad en una obra en la que destaca su extraordinaria delicadeza expresiva y tímbrica.
Pero no paren aquí; busquen el movimiento completo y escúchenlo, y, después, los otros dos; escuchen el concierto entero: dense un homenaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario