Ha
tenido que pasar mucho tiempo para que te enteraras «a ciencia cierta» de
que el jabón es un feroz enemigo de los virus, que los destruye; que con solo
lavarnos bien las manos llevamos mucho ganado en la batalla contra ellos, y que
por esta razón se ha convertido en nuestro gran aliado en la lucha que
mantenemos contra la infección por la Covid-19.
Cómo ibas a pensar en tu infancia, e incluso de joven, lo
importante que es el jabón para la salud, no solo para la higiene; cómo ibas a
conocer la bondad que encierra una simple pastilla de jabón, que creías que era
para quitar la suciedad y para perfumar. De niño lo veías en las estanterías de
la tienda de tu padre y te dabas cuenta de su adquisición por una escogida
clientela, por lo que pensabas en él como un lujo del que carecían muchas
familias del pueblo. «Jabón de olor» se decía para distinguir una pastilla de Heno
de Pravia (no se conocía en otro formato: el gel quedaba aún lejos) de
otras mucho más rústicas, las del llamado «para lavar la ropa» (Lagarto
fue la primera marca comercial que conociste), un jabón en grandes y bastas
pastillas de hechura casera, sin envoltura y con una superficie resbalosa y
blanda, que venían en unas toscas cajas de madera sin desbastar y que eran
vendidas en la tienda liadas en papel de estraza.
¡Ay! PEPE, ¿quién nos iba a deir que de los restos de aceite del año anterior,. rancios, los tozos de tocino de la matanza, más rancos todavía y todo tipo de residuos grasos, echándole un buen puñado de sosa caústica "d'en cal Rosendo", que siempre advertía de la peligrosidad del producto, se obtenía un jabón más basto que un zuro pero que lo impiaba todo? TODO. Era la limpieza bien realizada, no como los detergentes actuales que lo que hacen es romper la ropa. Pues, ya ves, la capa lipídica (y se quedan tan frescos cuando dicen esto quienes no saben lo que es ni qué significa) de los virus se disuelve en un jabóan que se hace precisamente con lípidos, sí la palabra lípido = grasa. Los jabones del Rosendo fueron los que abrieron el camino no sólo a la limpieza sino a la finura del perfume porque de desodorantes, nada de nada, esos fueron inventados por los usamericanos para que no oliesen los negros... No son racistas ... ¡Quía! Un abrazo, PEPITO.
ResponderEliminarCómo se notan tus estudios científicos, Antonio.
EliminarGracias. Un abrazo.