Anda
el otoño recién iniciado. El curso escolar, lo mismo. Y ando yo también recién
iniciado —pero a buen paso ya— mi paseo diario por las calles del pueblo, conversando
como suelo con quien siempre va conmigo… De improviso me encuentro con Jesús,
el secretario de Euterpe:
—Tengo que darte la enhorabuena —me
dice.
—¿A mí, por qué? —contesto
extrañado.
—Por el aumento de matrículas de
este comienzo de curso.
—¿Y tú crees que me lo debéis a mí
—le pregunto, intuyendo por dónde va.
—Estoy seguro.
***
Ya finalizando el pasado
curso escolar, me pidió la asociación Euterpe que fuese el presentador de unos
conciertos escolares por ella organizados, con la intención de hacerlos más
comprensibles y más amenos, más entretenidos y cercanos a un público especial
que no era otro que el alumnado de 1º, 2º y 3º de cada uno de los colegios del
municipio.
Euterpe había organizado
cinco sesiones en las que se ofrecería el mismo programa de concierto, un repertorio
de cinco obritas sencillas interpretadas por el Conjunto instrumental de Euterpe, una banda de música formada por
una veintena escasa de niños y niñas de los más jóvenes de que dispone la
asociación, con la idea de que sus edades se acercaran lo máximo a las de los integrantes
del público a que iba destinado el concierto, lo que, si bien se reflejaría en una
menor calidad de la interpretación, propiciaría que esta ganara en atractivo a los ojos de una chiquillería con edades
comprendidas entre los seis y los ocho años.
Me dijeron los organizadores
que mi misión consistiría en la presentación del espectáculo, y, conociéndome,
me pidieron que lo hiciera a mi gusto, un gusto consistente —lo anticipo— en
aprovechar los huecos entre las obras del programa para implicar a tan joven
público en diversos juegos musicales, para hablarle de la música y de los
compositores, de la banda y de sus instrumentos, tratando de resaltar —así se
me encargó— algunos de estos, que, por no ser conocidos, apenas son elegidos a
la hora del estudio en la asociación musical.
Para asistir a los
conciertos, los colegios participantes —cinco de ellos públicos y uno
concertado— debían desplazarse al salón de actos del ayuntamiento, cada uno a
su hora y coincidiendo más de uno en una misma sesión. Respecto de esto solo
hubo una excepción, pues uno de los centros —el concertado— no iría al salón de
actos, por lo que los organizadores e intérpretes nos desplazaríamos para
ofrecer el concierto en él.
Entre
las actividades pensadas para amenizar y enriquecer cada concierto, se llevaron
a cabo, según el tiempo disponible en cada caso, algunos juegos de imitación de
motivos musicales —rítmicos y melódicos—, y algunos de discriminación auditiva
—rítmica, melódica, tímbrica—, así como otros de pregunta-respuesta y de
presentación de instrumentos musicales. Se habló en las distintas sesiones de
la importancia de la música, de la necesidad del silencio para poder escuchar
bien, de la diferencia entre oír y escuchar; aclaramos qué es una banda de música
y qué la distingue de una orquesta; vimos la necesidad e importancia de la
figura del director en cualquier agrupación musical y destacamos la del allí
presente con la banda infantil, grupo del que presentamos los diversos instrumentos,
poniendo especial atención en los que me habían sido indicados como
deficitarios por no ser conocidos, como el fagot —sobre todo—, la trompa y el
chelo. También, aunque muy por encima, sobre la marcha y según las distintas
sesiones, salieron a relucir algunos compositores: Bach, Händel, Beethoven,
Schumann, Scott Joplin…
Se había previsto también
que algunos niños y niñas de los distintos colegios asistentes (llamados por mí
en cada caso, según el turno del colegio presente en el concierto) subiesen al
escenario e interpretasen algo con su instrumento. Y así fueron interviniendo,
de distintos centros y en distintas sesiones: tres violinistas, una
clarinetista, dos pianistas, a los que sumamos —ahora sí en todas las ocasiones—
una intervención del violonchelista de la banda, siempre con la misma obra, y un
muestreo ad libitum de pequeños fragmentos
interpretados al mostrar el resto de los instrumentos: flauta, oboe, trompeta, trombón,
saxofón, caja, bombo, charles…
Los resultados, al
margen de la pretendida captación de matrículas por Euterpe —objetivo
prioritario—, fueron muy buenos, y lo fueron desde un punto de vista educativo,
para mí el más importante, y tanto para el alumnado que asistió como público
como para quienes intervinieron como músicos: los de la banda —grupo principal—
y los «espontáneos» de cada sesión.
Yo, que en muchos años
de magisterio tantas veces he asistido como acompañante de alumnos a conciertos
musicales escolares, y por ello sabedor de la dificultad de conseguir que la
chiquillería se porte bien y «escuche» en estos actos, quiero resaltar en el
caso que comento el buen comportamiento de un público tan joven (solo una
excepción: la del único colegio que no se desplazó al salón de actos, ¿quizás
por esta razón?) y por ello felicité con vehemencia y repetidamente en cada
caso —salvo en la ocasión excepcional— al magisterio acompañante. En la misma
línea, la participación del alumnado asistente como público en los distintos ejercicios
que propuse fue muy activa, tanto respondiendo a los juegos musicales como a
las cuestiones planteadas en cada momento. Y también los músicos de la banda estuvieron
a una buena altura, atentos a las indicaciones de su competente director en las
interpretaciones del programa y a las mías en los interludios didácticos.
Así que… resumiendo:
los conciertos, muy bien en general; la banda muy bien; el director, muy bien;
la organización, muy bien; y el presentador… disfrutó mucho.
Desde Euterpe, muchas gracias por tu colaboración, personas como tú son imprescindibles para la educación de la sociedad, tanto de niños como de adultos. Comentar también que a nosotros tampoco nos mueve el motivo económico, nos parece un "triunfo" contar cada año con más alumnos, pero sólo por motivación cultural, por lo que eso va a suponer a la sociedad del mañana. Saludos y gracias de nuevo!!!
ResponderEliminarGracias a vosotros, los de Euterpe, por el comentario y por esa labor educativa que tantos beneficios proporciona al pueblo.
EliminarSaludos.
Bien, Pepito. Supongo que los padres no se opondrán a iniciativas como esta!
ResponderEliminar¿El pin parental, Mariano? No te imaginas las veces que, en clase y fuera de ella, se me ha preguntado que pa qué vale la música.
EliminarGracias.
Un saludo.