A pesar de los pesares es el título de un libro sobre la
vejez recientemente leído, una obra con las reflexiones “serias” —nada de
autoayuda baratera— de Aurelio Arteta, catedrático de Filosofía Moral y Política. En la portada,
tras el título, aclara el autor el contenido del libro: Cuaderno de la
vejez. Y dentro nos encontramos con una decena de capítulos con títulos
bastante explícitos:
Tiempo
Muerte
Escapatorias
Rebelión
Mayores
y menores
Vejez
Viejos
Achaques
Prejuicios
Antídotos
A mediados de 2006, el autor —que asegura
no haber hecho nada para llegar hasta aquí, que lo empujaron los años que
tiene: ahora casi setenta— empezó a recoger sus pensamientos sobre la vejez,
quizás porque, como dice Canetti
—la cita se la tomo a Arteta— “Todo lo que anotamos tiene un ápice de
esperanza por mucho que proceda de la desesperación”.
Arteta, después, solo ha tenido que
seleccionar y corregir, siempre de la mano —“encaramado sobre sus hombros”,
dice él— de otros pensadores, antiguos y modernos, que en ello le han
acompañado; también recurre a máximas, tópicos, refranes…; y todo, dice, porque —aquí tienen algunas de sus
reflexiones—:
“Una vejez pensada tiene que ser por
fuerza distinta de una vejez simplemente vivida. O, si se prefiere, el viejo
autoconsciente deberá mejorar al viejo que ha reflexionado menos acerca de su
propia condición” (pág. 10).
“Parece obligado que la meditación
más cabal sobre la vejez deba emprenderla un viejo” (pág. 10).
“[...] se ha escrito también: «Quien
alaba la vejez no le ha visto la cara».” (pág. 195).
“No me hago ilusiones sobre mí mismo,
pero suelo asustarme cuando intuyo lo que muchos cargan en sus mochilas al
traspasar ese umbral. Alguien lo llamó tedium
vitae y es de temer que, en medio de ese tedio, estén llamando a la muerte
de tanto como malemplean su vida. (pág. 220).
Entre la citas de los autores sobre cuyos
hombros se empina Arteta, he hecho una selección:
Elias
Canetti
[Sobre la brevedad de la
vida] “¿Cien años? ¡Cien miserables años! ¿Es esto demasiado para una intención
seria?”. (págs. 38-39).
Epicuro
“Mejor no haber nacido.
Y en caso de haber nacido, pasar cuanto antes las puertas del Hades”. (pág.
93).
Miguel
de Unamuno
“El hombre es
perecedero. Sea; pero perezcamos resistiendo [...]” (pág103).
Arcadi
Espada
“El niño se levanta y
vive, y el viejo se levanta y dice «vamos a vivir»”. (pág. 116).
André Comte-Sponville
“No
hay personas mayores. No hay más que niños que hacen como que han crecido o
que, en efecto, han crecido, pero sin poder creérselo del todo, sin que hayan
conseguido borrar el niño que fueron, que todavía son, a pesar de tantos
cambios...” (pág. 120).
Envejecer
“es vivir todavía, luchar todavía, actuar todavía, amar todavía. Es superar el
cansancio, el aburrimiento, la desgana, el temor, el horror [...]”. (pág. 195).
Jean Améry
“Envejecer
es pensar en morir”, corresponde a esa “fase en la que topamos con el
pensamiento de la muerte”.
“Envejecimiento
cultural”, que es responsable de esa pesarosa sensación de extrañamiento total
que afecta a quien no puede adaptarse a la novedad. (pág. 181)
Philip Roth [en
boca de sus personajes]
“Nadie
quiere enfrentarse a la vejez antes de que se presente y ya no quepa eludirla.
Así nos salen de mal las cosas cuando nos alcanza...” (pág. 136).
“La
vejez es una batalla, querido, si no es con esto, entonces es con lo otro. Es
una batalla implacable, y precisamente cuando estás más débil y eres menos
capaz de invocar tu viejo espíritu de lucha [...] la vejez es una masacre”.
(pág. 137).
“No
poder cuidar de ti misma, la patética necesidad de que te consuelen [...] No
puedes ni imaginarte. La dependencia, la impotencia, el aislamiento, el
temor... todo es tan atroz y vergonzoso. El dolor hace que sientas miedo de ti
misma. La completa otredad de todo ello es algo espantoso”. (pág. 206).
Michel Houellebecq
“Pero
la cercanía de la muerte torna humilde a un hombre”. (pág. 141).
Michel de Montaigne
[Creyéndose
ya mayor]: “De ahora en adelante solo seré medio ser, ya no seré yo”. (pág.
141).
Fernando Savater
“Y
con todo, ¿saben lo que es lo indudablemente peor de la tercera edad? Que no
hay cuarta. (pág. 151).
“Hay
una humillación a la que nada resiste y que derrota cualquier rebeldía por
medio del ridículo: la de envejecer”. (pág. 205).
Gabriel García Márquez
[Cien años de soledad]: “el secreto de
una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. (pág.
160).
Jesús Ferrero
La
vejez “resulta ingrata porque es la edad del narcisismo profundamente herido.
¿Qué fue de la belleza, de la fuerza, del futuro?” (pág. 193).
Norberto Bobbio
“Quien
ha entrado en la edad tardía vive, más o menos angustiosamente, el contraste
entre la lentitud con que se ve obligado a proceder en su trabajo, que
requeriría disponer de más tiempo para realizarlo, y el inevitable acercarse
del fin [...]. Empleo más tiempo y tengo menos. (pág. 219).
“Contra
el miedo actúa el taedium vitae, que
hace de la muerte una meta no temible, sino deseable. A la esperanza, que puede
socorrer al sufriente en situaciones que parecen desesperadas [...], se opone
el cupio dissolvi, o sea el deseo de
desmoronamiento, de no ser”. (pág. 243).
Marco Tulio Cicerón
“El
arma mejor adaptada como estrategia para combatir la vejez es el ejercicio de
los valores humanos”. (pág. 219).
“Pero
yo prefiero ser viejo menos tiempo que hacerme viejo antes de serlo”. (pág.
220).
Edith Warton
“Otro
generador de vejez es el hábito: el mortífero proceso de hacer lo mismo de la
misma manera a la misma hora día tras día, primero por negligencia, luego por
inclinación y al final por inercia o cobardía [...]. El hábito es necesario; es
el hábito de tener hábitos lo que una debe combatir incesantemente si quiere
continuar viva”. (pág. 246).
Oscar Wilde
“Lo
peor no es envejecer; lo verdaderamente malo es que no se envejece”. (pág.
249).
André Maurois
“El
arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza”. (pág. 255).
Acudo ahora, para terminar, a Salvador Pániker (Diario del anciano averiado),
que considera la vejez “una devastación”, pero, dice, “con un poco de suerte la
senectud puede ser recapituladora, sabia”. Persigue Pániker “un enfoque musical
de este asunto, la senectud como allegro
ma non tanto, remate airoso de la sonata de la propia vida. Sin excluir las
inevitables disonancias”, añade. Y afirma que se va “acercando al final con relativa
entereza”; justo lo que me gustaría a mí: ya que no con total entereza
—¡ojalá!—, que me parece muy difícil, sí con relativa entereza. ¡Ah!..., y
abonico.
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