Si dolce è’l tormento
Hemos visto cómo la búsqueda expresiva de
finales del siglo XVI hizo que en ciertos ambientes se mostrase
interés por la práctica del canto a solo con acompañamiento de
algún instrumento. Esta tendencia a una monodia emotiva llevó
consigo el desarrollo de la técnica del bajo de acompañamiento: el
bajo continuo, tan importante en el período barroco.
Aunque los compositores italianos habían producido monodias desde
mucho antes (madrigales solísticos, arias estróficas, canzonetas y
otras canciones en ritmos ligeros, similares a danzas), fue hacia
1600 cuando estas prácticas circunscritas a ciertas élites
afloraron copiosamente tanto en la música de teatro como en la de
cámara o iglesia, dando lugar, entre otras, a la música de cámara
vocal que tratamos en este artículo, publicada en colecciones de
madrigales, arias, diálogos, dúos y otras piezas similares.
Pasaron unos años y el canto para voz sola se convirtió en un
género de gran consumo, de tal manera que esas piezas fueron más
conocidas que la música de ópera, que se interpretaba pocas veces y
ante auditorios restringidos. Estas musicalizaciones de pequeñas
estrofas destinadas al consumo menudo, al entretenimiento ciudadano y
posiblemente populachero— se cantaban por doquier y se publicaron
en grandes cantidades (la Nuove musiche de Caccini
fue la primera colección importante de ellas).
Este género ligero de
scherzi,
término que en el
siglo XVII se utilizaba
para designar una pieza vocal de carácter ligero
para cantar con la guitarra, se difunde a partir de los años veinte,
sobre todo en Venecia y en Roma.
En una de estas publicaciones, en 1624,
aparecieron algunas composiciones monódicas de Claudio Monteverdi,
concretamente lo hicieron en una miscelánea de Carlo
Milanuzzi: el Quarto
scherzo delle ariose vaghezze,
Venecia, 1624, donde encontramos tres “arias” monteverdianas. Si
dolce è’l tormento —Es
tan dulce el tormento—, una de
estas arias para soprano y continuo, “por su talante melancólico y
su inmediatez melódica [...] se ha abierto un hueco entre los hits
monteverdianos” (Stefano
Russomanno): ya verán, cuando la
escuchen: una canción con las características que acabamos de
resaltar en la monodia del gran Monteverdi.
En la
portada del Quarto
scherzo… se
anuncia, entre otras (la negrita es mía),
“una
cantata de Milanuzzi y otras
arias del señor Monteverdi [...]”
aclarando que las obras publicadas son “cómodas
de cantarse a voz sola en
el clave, chitarrone, arpa doble y otros instrumentos similares, con
las letras del alfabeto con la tablatura [...]
para
la guitarra española”
Entre las arias de Monteverdi, tres, se encuentra la canción que me
pide Mariano.
Continuará.
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