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lunes, 15 de agosto de 2016

Si dolce è'l tormento (2)

La Camerata
Desde la década de 1570 el rico noble cortesano florentino Giovanni Bardi patrocinaba y lideraba en su casa una accademia, un club de artistas de notable relieve, formado por un grupo de eruditos intelectuales —poetas, humanistas, músicos...— que discutían sobre literatura, ciencia, artes... y experimentaban la “nueva música” basada en sus investigaciones sobre la antigua Grecia.
Figuras importantes formaban parte de este grupo: Piero Strozzi, Giulio Caccini, Emilio de’ Cavalieri, Jacopo Corsi, Jacopo Peri, Ottavio Rinuccini y —dejo para último lugar a quien debería ocupar el primero— Vincenzo Galilei, padre del famosísimo astrónomo Galileo Galilei y auténtico autor de los principios del nuevo estilo musical surgido en este grupo de sabios que el propio Caccini llamó más tarde Camerata y que ha pasado a la historia como la Camerata de [los] Bardi o Camerata Florentina.
La Camerata es la avanzadilla más seria hasta esa fecha hacia una nueva música teatral; sus componentes ponen reparos a la polifonía, pues llegan a la conclusión de que esta, el contrapunto, no puede conseguir los maravillosos efectos de la música antigua porque sus palabras son cantadas simultáneamente por varias voces —distintos registros, diferentes ritmos, diversas melodías— que anulan entre sí sus efectos expresivos: afetti, emociones. Así pues este grupo ataca el contrapunto y aboga por un canto a solo “affettuoso”, un tipo de “monodia”: la monodia acompañada. Para los pupilos de Bardi, que prefieren el dominio de la letra sobre la armonía, la música vocal debe ser monódica y simple.
El término “monodia” se lo debemos a Giovanni Doni, que lo introdujo posteriormente, en la década de 1630.
Distintos componentes de la Camerata tratan este asunto: Vincenzo Galilei, que pasa por ser el introductor del recitativo monódico; Giulio Caccini, que lo desarrolló y por ello considerado su inventor, para quien la música debe sacrificarse en aras de la declamación del poeta; Jacopo Peri, que describió su búsqueda de un tipo nuevo de composición, a medio camino entre el discurso y la canción, que pudiese transmitir las emociones de los personajes con la fuerza que lo hacía la música de los antiguos dramas griegos.
Lo cierto es que este nuevo estilo se convirtió en parte esencial de la nueva música, y en todos los tipos de esta, tanto profana como sacra, penetraron con rapidez los diversos estilos de monodia —recitativo, aria, madrigal...—, haciendo posible el teatro musical, el nacimiento de la ópera, porque podía traducirlo todo en música —narración, diálogo, soliloquio...— y ello con verdadera expresión dramática.
Continuará.

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