Algunas
historias de mesa camilla
Una
mesa camilla o simplemente camilla —nos
apoyamos en la Wikipedia— es una mesa circular, rectangular
o cuadrada, provista de un bastidor. Normalmente es redonda y se
suele cubrir con unas faldas de tela que llegan casi hasta el suelo.
En
la parte inferior suele llevar una tarima de madera con un agujero
circular central en el que se coloca un brasero (brasas de carbón,
de leña...). Este fue un sistema de abrigo muy común antes de la
popularización de la calefacción moderna, a la que, todavía, a
veces complementa. Los miembros de la familia se reunían alrededor
de esta mesa, bajo cuyas faldillas metían las piernas para
calentarse. Actualmente, aunque menos que antes, en nuestro país se
sigue usando la mesa camilla, a menudo con braseros eléctricos.
Decíamos al final de la entrada anterior que a Brenan no se
le escapa el detalle de que los principales protagonistas
beneficiarios bajo las faldas de la mesa camilla han sido siempre los
novios. ¡Ah, si hablara la mesa camilla, qué maravillas contaría!
Muchas aventuras ocurridas bajo sus faldas se han hecho famosas,
pasando al imaginario común, pero seguro que las peripecias
desconocidas, de salir a la luz, superarían con creces en cantidad,
calidad e imaginación a las divulgadas.
García Berlanga, erotómano confeso, contaba que de niño se
metía bajo las faldas de la mesa camilla y desde la posición
privilegiada que ello le proporcionaba veía las piernas y los muslos
de las amigas de su madre, algo, decía, sumamente excitante.
Me dice un amigo que en su grupo de compañeros
de estudios, cuando, de jóvenes, ya metidos en la carrera, íban a
estudiar a su casa, el sitio junto a Menganita estaba muy solicitado,
pues, cuenta, “ella respondía muy bien” bajo las faldas de la
mesa camilla a las atrevidas manos de sus vecinos.
Y sobre
las parejas de novios, el recordatorio de Gerald Brenan nos refresca
la memoria a quienes ya sabíamos de
antiguo lo bien que estas se han apañado
bajo el amparo de las faldas de la mesa, siendo
así que no
faltan historias —verdaderas, adornadas, inventadas—, chistes y
chascarrillos al respecto; todo lo contrario, abundan, unas más
ciertas que otras, sobre situaciones de todo tipo.
Como la del novio que, al final de una tarde-noche trajinando con su
novia bajo las faldas mesacamilleras, se levanta para
despedirse de la familia y se lleva arrastrando tras de sí el mantel
enganchado en la bragueta. Hay que aclarar, para los jóvenes que no
lo sepan y los mayores de memoria corta, que antes las braguetas de
los pantalones no llevaban, como ahora, cremalleras, sino botones;
así que el novio de marras, terminada la faena con la novia, al
abotonarse la bragueta antes de levantarse, pilla el mantel en ella
con algún botón, después se levanta, se aleja... “hasta mañana,
buenas noches” ¡Menudo sofoco!
O el novio, otro, que, en una noche fría de invierno, cuando alguien
de la familia de la novia —dicen que fue el suegro— levanta las
faldas de la mesa, es pillado in fraganti con todo el aparataje
fuera; entonces, el joven trata de disculparse ante el suegro
diciéndole que lo perdone, que es la primera vez. Este le responde
enfadado: “¡¿la primera vez?! ¡cómo va a ser la primera vez!,
¡si tienes cabrillas en los huevos!”.
cabrillas.-
Manchas o vejigas que se forman en las piernas por permanecer mucho
tiempo cerca del calor del fuego (DRAE).
Son rojeces
que
aparecen
en algunas pieles
cuando permanecen cercanas
durante cierto tiempo
a una
fuente
de calor. Recuerdo que
salían en las piernas
de algunas personas,
lógicamente en invierno,
debido al calor que había bajo las faldas de la mesa camilla.
O como la del novio, uno más —esta se cuenta como chiste—, que,
por lo visto se ha equivocado al coger la mano benefactora, y tras el
fragor de la batalla bajo las faldas, escucha la voz del demasiado
comprensivo suegro que le dice que por ser la primera vez vale, pero
que a la siguiente se tiene que apañar con la mano de su hija o él
solito, que hasta ahí podíamos llegar.
Y tantas otras.
Pues si que esconde histórias una falda de mesa camilla.. Seguro que os gusta el artículo histórico con el origen de la mesa camilla en
ResponderEliminarla web de las mesas camilla
¿Porqué se le llamará Cabrillas a esas manchas?
Gracias, Icuma, por el comentario. No sé por qué se llaman cabrillas esas manchas provocadas por el calor de la mesa camilla.
EliminarUn saludo.