—Ya sé que no es para bromear pero no lo hago con el siniestro
ocurrido sino con el titular de prensa, desde mi punto de vista,
defectuoso.
—¿Qué?
—Mira lo que dice El País del 2 de abril:
—¿Y?
—Pues… eso, que, por lo leído, planeaba matarse la víspera del
siniestro, el día anterior al que lo hizo.
—¿¡!?
—Si el periódico no quería decir eso, podría haber redactado de
otra forma; por ejemplo y para no cambiar palabra alguna del
enunciado: “El copiloto, la víspera del siniestro, investigó
métodos para matarse” Quedaría mucho más claro, ¿no?
—Tú, como siempre, un tiquismiquis, ¿quién se va a dar
cuenta de eso?
—Yo y, supongo, muchos otros.
—¿¡Muchos!?
—Bueno… bastantes.
—¿¡Bastantes!?
—Bueno… unos cuantos.
—¿¡Unos cuantos!?
—Bueno… unos poquitos.
—Bueno… alguno.
—¿¡Alguno!?
—¡Vete a la mierda!
Muy bueno, Pepe. Eso se le permitía a Cervantes (Pidió las llaves a la sobrina del aposento), pero a ningún otro. Un abrazo.
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