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viernes, 15 de abril de 2022

Valor

Cuánto valor, cuántas vueltas a la cabeza, cuántas decisiones difíciles de tomar y cuánto sufrimiento debe de haber detrás de la escritura de una obra como La distancia que nos separa, de  Renato Cisneros (Alfaguara, 2021), en la que el autor cuenta, con toda la sinceridad de que es capaz, quién fue su padre (el general peruano Luis Federico Vizquerra Cisneros, ‘el Gaucho’, que desempeñó dos veces el cargo de ministro en su país, con distintos presidentes): su naturaleza, su comportamiento, y tanto en el ámbito privado, el familiar, de trato más íntimo, como, tras haberlo estudiado bien, en el terreno público, obteniendo como resultado de todo ello, además de un verdadero ajuste de cuentas memorístico con su ya fallecido progenitor, una relevante y muy emotiva obra literaria.  

Por otro lado, ya acabada la lectura  de La distancia que nos separa, piensas que lo peor, o una de las peores cosas que le pueden ocurrir a una persona tan polémica como su protagonista, a la memoria que a su muerte quedará de alguien de tal calaña (sobre todo porque se trata de un personaje público muy importante en el desarrollo de la delicada sociedad de su época), digo que lo peor que le puede pasar es que tenga cerca, y peor aún a su lado, en su propia familia, a un escritor de raza, a alguien que pueda y quiera dar cuenta de su vida, que se atreva a narrar sin ambages y desde la cercanía y el conocimiento (una proximidad que incluye el rencor y también el cariño), cómo fue esa persona, cómo pensaba en realidad, cómo se expresaba y actuaba, cuáles eran sus filias, sus fobias…: todo lo que hay detrás de ella y de su personaje.

Como botón de muestra, un botón difícil de elegir entre tanto material atractivo, aquí van un par de fragmentos seleccionados de lo que dice el autor, «incómodo y dolorido», en las últimas páginas del libro.

También he buscado a mi padre a través de otros. Mi tío Juvenal, el primero de todos […] En las fotos de su biblioteca, Juvenal aparecía al lado de Borges, de García Márquez, de Cortázar, de Ribeyro, de Vargas Llosa, de Cabrera Infante. En cambio, mi padre, el Gaucho, aparecía con Videla, con Pinochet, con Kissinger, con Bordaberry.

[…]

Del mismo modo en que hay incomodidad y dolor en el relato de los hijos de los perseguidos, los deportados, los desaparecidos, cuyas historias sintetizan la frustración e indefensión de millones y activan una rebeldía colectiva ante la impunidad, también hay incomodidad y dolor en el relato del hijo de un militar represor que hizo aseveraciones telúricas y no tuvo reparos en ordenar el encarcelamiento o el secuestro o la tortura de gente que después contaría su historia con la dosis de heroicidad que corresponde.

Cisneros, Renato: La distancia que nos separa. Barcelona: Alfaguara, 2021, págs. 380 y 383-384 respectivamente.

 

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