Una cosa es lo que tú quieres decir cuando escribes, que, por cierto, no siempre aparece con suficiente claridad en tu cabeza, y por ello es muy importante el cuidado en la reflexión y la meticulosidad al escribir.
Otra cosa es lo que dices, que esperas coincidente (máxima concordancia posible) con la anterior, con lo que quieres decir; y aquí entran en juego tanto la limitación expresiva de la escritura como su mayor o menor corrección: la calidad de lo escrito.
Y
una tercera cosa es lo que quien te lee entiende que
dices, que igualmente esperas no muy diferente de lo que quieres
decir, pero que depende también de la calidad y formación del lector, además de
la limitación y calidad de la escritura.
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