SECCIONES

viernes, 9 de julio de 2021

Gente ruidosa

Tras el «ya se comienza a ver la luz al final del túnel» al que tanto se viene recurriendo estos días en que se nota, y mucho, el efecto de los millones de vacunas inoculadas y la consecuente mejoría de los datos de la pandemia, pronto he empezado a sentir nostalgia —no se puede tener todo— de la tranquilidad sonora de estos meses pasados en que las prohibiciones impedían a la gente lanzarse eufórica y muy ruidosa a la calle.

Con la progresiva vuelta a la normalidad tras muchos meses de duras restricciones para hacer frente a la pandemia también vuelven, con más fuerza que nunca, las denuncias por los ruidos que proceden de la actividad del sector del ocio y de la hostelería, especialmente el producido por las terrazas. (Lorente, Alejandro: «Se va la covid, vuelve el ruido», La Opinión de Murcia, 20-06-2021).

Y, a rebufo de los excesivos decibelios ocasionados en locales de ocio, en botellones y similares, no tarda en venirme a la cabeza (me ocurre cuando me encuentro con alguna noticia «ruidosa») una idea que, sin estridencias, expongo a continuación: Creo que, en general, no somos conscientes de que un ambiente acústico de excesivos decibelios es perjudicial para nuestra salud; sí, creo que no somos conscientes de que detrás de tanto exceso sonoro se encuentran muchos y graves problemas físicos, psíquicos, sociales… con sus respectivas dependencias de determinados medicamentos que nos los hacen más llevaderos, como, por ejemplo, el abuso de orfidales, lexatines, valiums… para, entre otras cosas, poder conciliar el sueño.

La serie de estos problemas es bien larga (la tomo de ECODESecodes.org, 28-11-2005— y la expongo en forma de lista para una lectura más clara):

·      Interferencias en la comunicación.

·      Perturbación del sueño.

·      Estrés.

·      Irritabilidad.

·      Disminución de rendimiento y de la concentración.

·      Agresividad.

·      Cansancio.

·      Dolor de cabeza.

·      Problemas de estómago.

·      Alteración de la presión arterial.

·      Alteración de ritmo cardíaco.

·      Depresión del sistema inmunológico (bajada de defensas).

·      Alteración de los niveles de segregación endocrina.

·      Vasoconstricción.

·      Problemas mentales.

·      Estados depresivos.

·      Etc.


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