Ya metido en la cama, esperando
a que acuda el sueño nocturno, estoy leyendo El
libro de los Baltimore,
de Joël Dicker, y me encuentro con una frase que me hace detener un
momento la lectura: «El
niño gulusmea y pregunta si puede probar».
Dejo el libro a mi lado, sobre la cubierta de la cama, y apunto la
frase en el bloc que para tal menester tengo sobre la mesilla de
noche. Al mismo tiempo, ayudado por el contexto de lo leído, pienso
en el parecido de la palabra «gulusmear», desconocida para mí, y
golismear
(pronúnciese diptongando en una sola sílaba las dos últimas:
go-lis-mear, en vez de go-lis-me-ar), otra que, esta sí, he
escuchado muchas veces, sobre todo durante los años de mi infancia,
incluida en frases como: «¡claro, no has parado de golismear
en toda la mañana y
por eso ahora no tienes hambre!».
Busco en el diccionario de la
Real
Academia Española
y no aparece la palabra «golismear», pero sí «gulusmear», y me
gusta lo que encuentro sobre ella; el diccionario me aclara que
«gulusmear» es un
término compuesto por otros dos, estos bastante más explícitos:
gula
y husmear;
¡qué interesante!, ¿no?: husmear con gula; y dice la RAE que
significa:
1.
intr. golosinear. U. t. c. tr.
2.
intr. Andar oliendo o probando lo que se guisa. U. t. c. tr.
Sin
embargo, como esperaba, sí he encontrado «golismear» en algunos de
los diccionarios de las hablas murcianas que tengo a mano;
concretamente, el de Diego Ruiz Marín dice que dicho término
significa «buscar o comer golosinas. Golosinear.»
¡Cuántas
veces oiría en aquellos años de mi infancia las palabras golismear,
golismeante,
golismeo,
golismeando...!,
términos que, con cierta frecuencia, me eran adjudicados de
forma poco halagüeña a mí precisamente, y que se referían a lo
que un servidor solía hacer y por lo que a menudo perdía las ganas
de comer «como Dios manda»: de comer guisao.
Pues,
bien, todavía me gusta el golismeo
—nunca ha dejado de gustarme—, un
«golosineo» que,
sin embargo, suelo reprimir por propia voluntad; empecé a contenerme
cuando comprendí que sería conveniente dar un buen ejemplo a mis
hijos; y ahora, con ellos ya mayores, influye más en mi contención
el cuidado de la salud. Pero, ya digo, todavía me encanta picar aquí
y allá; sobre todo, me sigue gustando mucho el tapeo, ese tipo
especial de golismeo
para mayores, que me atrae más que comer como está mandao,
y más si lo que está mandao
es, como he dicho antes, y perdón por la rima fácil, comer guisao.
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