—¡Qué mal hábrahh!
—¡Anda que tru!
***
—A la gente de Murcia, a mucha,
le cuesta quitarse de encima el complejo de que habla mal, supongo que más aun
cuando se compara con las gentes de otras hablas, como las de las dos
castillas, y más concretamente, creo, con los castellanos del norte, que son
los que tienen fama, sobre todo entre gente ignorante, de hablar bien, de
hablar «el mejor castellano», «el mejor español».
—¿Por?
—Porque muchos murcianos
confunden hablar bien con hablar con eses, cuanto más silbantes, mejor. Ya de
niño, cuando un servidor iba al colegio de monjas que había en el pueblo, mis
oídos detectaban con admiración, en las individuas que lo regentaban, algo
especial, como más educado y brillante: eran esas eses.
—¡Claro! Eh que loh
murcianoh hablamoh sin eseh.
—Sin eses, no.
Lo que he oído decir con demasiada frecuencia, y me molesta, es que nosotroh, loh murcianoh, somoh muy brutoh, hablamoh muy bahto, muy mal; y se lo he oído decir a
murcianos avergonzados porque
no pronunciamos determinadas eses o nos comemos algunas erres o… También es
frecuente que muchos de esos murcianos, a continuación de sus lamentaciones, añadan
que quienes mejor hablan son los de Valladolid: «esoh sí que son finoh y hablan bien», añaden.
—¿Los de Valladolid?
—Sí, los de Valladolisss son muy fisnos —perdona que exagere mi articulación—,
aunque ellos prefieren llamarse de Valladolizzz.
—¡Vaya!
—Sí, justamente los de tráemele que me le coma, los de dala una palmada a la niña en el culo.
Mira, en tiempos de la EGB, hubo una maestra en mi colegio que decía que ella
era de Valladoliz y que daba clase en
oztavo curso.
—Entonces… ¿los de Valladolid
no hablan un buen español?
—Pues… unos sí y otros no, creo
yo. Mira lo que opinan los del Instituto
Cervantes (Las 500 dudas más frecuentes del español, Espasa Calpe, 2013,
pág. 18) sobre quiénes hablan mejor español en nuestro país (el resaltado en
negrita, menos el de la pregunta inicial, lo he añadido yo):
¿Dónde se habla el
mejor español?
No hay ningún país ni
región ni ciudad del que se pueda decir que en él se habla el mejor español; ni
siquiera se puede decir que en una zona se habla mejor o peor que en otra. Al
menos desde un planteamiento riguroso o científico.
De hecho, para poder responder adecuadamente a esa pregunta habría que comenzar
estableciendo qué se entiende por «el mejor español». Si el lenguaje es
básicamente un instrumento para la comunicación, en cada lugar la lengua sirve
adecuadamente para que los individuos de esa sociedad se comuniquen entre sí,
de modo que los usos que han ido creándose en cada comunidad son los que mejor
sirven para los propósitos comunicativos de sus individuos.
Diferente es la
perspectiva si atendemos a cómo usan las personas el idioma. En este caso, es
evidente que no todos se comportan de la misma manera, ni son igualmente
conscientes de la importancia de esta herramienta de comunicación, ni tienen la
misma sensibilidad ante ella ni sobre los efectos que su uso puede tener sobre
los demás. Por ello, sí es posible decir que un
hablante se comunica mejor que otro, que se expresa mejor que otro, que emplea
el lenguaje mejor que otro, en definitiva.
La pregunta, por
tanto, no es «dónde» se habla mejor sino «quién» habla mejor.
El mejor empleo del lenguaje suele ir asociado con el interés personal y
también con la formación individual. Y, en este sentido, el modelo de habla
considerado culto se sitúa por lo general entre las personas mejor formadas, las que mejor conocen los recursos
idiomáticos y las que mejor se sirven de ellos: escritores, periodistas,
profesores, etc.
—¡Menuda
aclaración!
—Entonces...
¿está claro?
—Sí,
eso parece.
—Pueh…
¡ya ehtá!
Hola Pepe, soy Roberto Palma. Te voy a contar una anécdota mía. Estando en Valladolid, visitando a Carmelo Molina, hace bastantes años, éste me presenta a miembros de la orquesta, los cuales en plan de broma (para coger confianza) comentan: "otro murciano, otra vez a no enterarnos de nada. Ya que tenemos adaptado a éste (Carmelo)" Yo me lo tomé como una forma jocosa de romper el hielo. Pero, en un lance de la conversación nombré alguna palabra que no entendieron, y retomaron la muletilla de que no sabemos hablar. Entonces, recuerdo, me salió la cara patriota del que defiende lo suyo y me referí a un cubo que había en el bar, con la expresión "caldero" y todos preguntaron que qué era eso; yo les respondí que era un "pozal". Entre risas volvieron a dirigirse a mi como una persona "murciana", sinónimo de poca cultura y lenguaje escaso. Yo terminé diciendo que era un cubo, oyendo un unísono "aaaahhh". A continuación dije que mi lengua era mucho más rica y completa que la suya, ya que yo era capaz de identificar un mismo objeto con tres palabras y ellos solo tenían una. Ahí se acabo el cachondeo y yo me sentí MURCIANO sin miedos. He de reconocer que hablaban con muy buena dicción, pero, nosotros tenemos nuestra personalidad expresiva, que hay que llevar con mucho orgullo. Todavía no he visto a ningún andaluz que desprecie o tenga vergüenza de su acento. Un abrazo.
ResponderEliminarP.D.: Sigue escribiendo, para que yo siga disfrutando de estas cortas pero agradables lecturas.
Gracias, Roberto, estoy contigo, pues un ignorante lo es aquí, en Valladolid, en Burgos, en Madrid...
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