Tengo mi propio método de flauta,
pero comencé, lógicamente, con uno ya consagrado al que debo muchas ideas, quizás
lo esencial del mío. Suelo referirme a él como el Ricordi, porque es el nombre de la editorial
que lo publica; también utilizo como referencia los nombres de sus autores, Judith
Akoschky y Mario A. Videla. Su título es Iniciación a la flauta dulce, y
lo componen tres cuadernos (tomos I, II y III).
Antes de decidirme por el Ricordi había probado con el método
de Luis Elizalde, también en tres
volúmenes, cuyo máximo valor estribaba —para mí— en estar basado exclusivamente
en el rico legado folclórico español, pero pronto me di cuenta de mis
preferencias pedagógicas y cambié de guía: no me arrepentí.
En el primer tomo del método de Akoschky y Videla, uno de los ejercicios propuestos lleva por título «Rondó (A B A C A)», escrito
exactamente así. Y todavía recuerdo las veces que mis alumnos, a lo largo de
muchos años, me preguntaron: «maestro, ¿tocamos el rondó abaca?», como si abaca fuera el título del rondó.
Yo, lógicamente, aprovechaba
para explicar lo que significa eso de ABACA,
letras que ahora quiero utilizar para contar aquí en qué consiste la forma
Rondó, que tanto juego ha dado en la historia de la música.
En la forma rondó —ideal para un reconocimiento fácil en
la audición— un tema central (estribillo), generalmente juguetón, alegre,
reaparece continuamente —sin modificaciones, casi sin modificaciones, modificado— intercalado
entre otros temas secundarios (coplas) que generalmente contrastan con él. Aprovecharemos
las letras mayúsculas de antes para representar su estructura, de diversas maneras
según distintas variantes:
ABACA
(AABACA), ABACAB’A, ABACADA...
(A es el estribillo; B, C..., las coplas)
Se han compuesto muchos rondós a
lo largo de la historia de la música, y algunos de ellos han llegado a ser
famosos. Uno de los más conocidos debe su popularidad a EUROVISIÓN, que lo
adoptó como himno. Bueno, no exactamente: en realidad lo que conocemos como Himno
de Eurovisión es solo el estribillo de un rondó que Marc Antoine Charpentier, importante
músico del barroco francés, compuso para el preludio de uno de sus cuatro
tedeums: el Te Deum en Re mayor, H 146.
Cuando he utilizado este rondó como
audición para mis alumnos, me ha parecido una buena idea retarlos.
—Estoy seguro de que todos lo
conocéis, me apuesto lo que queráis —comienzo diciéndoles mientras observo cómo
aparece la curiosidad en sus caras.
—¿?
—Es de un músico francés del siglo xvii —añado a continuación y veo cómo
crece la incredulidad.
—¿?
—¿Os doy otra pista?, ¿queréis saber
el nombre del compositor?
—Sííí —responden casi al unísono,
pensando que el nuevo dato les abrirá el camino.
—Su autor es Marc Antoine Charpentier
—articulo pausadamente cada sílaba del nombre, y percibo cómo se animan a la
apuesta.
—¡Venga, maestro, cómo lo vamos a
conocer!
—Si alguien, tras escucharlo —les
advierto simulando seriedad—, me dice con sinceridad, pero, ¡ojo, con
sinceridad! que no lo conoce, pierdo la apuesta y os invito a lo que queráis, en
caso contrario me invitáis vosotros a mí.
—¡Valeee! —estallan, con la alegría
de quienes están seguros de ganar.
Hay que ver sus caras nada más
comenzar la audición, cuando escuchan el estribillo del rondó y lo reconocen.
Aun así, todavía alguien, bromeando, se atreve a decir que no lo conoce, pero
no cuela. Siempre he ganado la apuesta —y nunca la he cobrado— pues todo el
mundo ha oído en alguna ocasión el Himno
de Eurovisión.
Vamos a él. Este rondó es muy breve —menos
de dos minutos— y muy sencillo. Está formado por el estribillo y dos coplas. En
la versión elegida para Abonico, la
de William Christie al frente de Les Arts Florissants, antes del rondó propiamente
dicho escuchamos una introducción a cargo de los timbales; a continuación suena
el estribillo —dos veces (AA), para fijarlo mejor en nuestra memoria—; después
escuchamos la primera copla (B); posteriormente, vuelta a lo conocido: de nuevo,
el estribillo, ahora una sola vez (A); después viene la segunda copla (C); y
por último, como al principio, dos veces el estribillo para terminar (AA). Así
que AABACAA.
Atentos al contraste entre las coplas —moderado
volumen sonoro y más legato, más abonico— y el estribillo —más fuerte, de
ritmo más marcado, más enérgico—; también la instrumentación es diferente: el marchoso
estribillo utiliza metales y percusión —trompetas y timbales respectivamente—,
ausentes en las suaves coplas, que utilizan cuerdas y maderas.
Pepe, cumplo lo prometido: Tu explicación de lo que es el rondó (incluidas sus variantes) es clara y sencilla. Gracias a ella me han venido a la memoria otros que conozco (aunque no supiera que lo eran). Ponerle nombre a las cosas es una forma de discriminar y aprender. Estoy pensando en las 40 palabras que tiene el finés para llamar a los distintos tipos de nieve mientras nosotros manejamos unas pocas. ¿Cuál será la próxima lección? una alumna necesitada (Maye)
ResponderEliminarGracias, Maye: Tu comentario me anima a adaptar al blog en lo sucesivo algunas de las actividades de mis clases de música, a ver si quedan comprensibles y, sobre todo, si resultan interesantes. Espero que, por lo menos, como hasta ahora, una de las entradas de cada mes sea sobre música.
EliminarUn saludo.
muchas gracias por los ejemplos , ya que en mi clase de música me han pedido algunas canciones y yo no sabia cual poner . Pero cuando encontré esta pagina me ayudo mucho
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