—Yo
siempre lo he tenido claro.
—¿¡Siempre!?;
cada vez que oigo la palabra «siempre»... me mosqueo.
—Bueno…
¿siempre-siempre…? no, pero sí desde hace bastantes años; iba a decir que desde
que tengo uso de razón, pero de eso tampoco hace tanto, incluso a veces dudo si
lo tengo ahora.
—Bueno...
¿y qué es lo que tienes tan claro?
—Pues…
que no es lo mismo el habla murciana que el panocho, aunque la gente,
equivocadamente, suele englobarlo todo bajo el segundo de los términos.
—¿Es
que los murcianos no hablamos panocho?
—¡Pues
no!, los murcianos hablamos murciano.
—¿Y
no es lo mismo?
—No.
—Pues
eso no es lo que yo oigo por ahí.
—Pues
tienes que prestar más atención… a los que saben de qué va esto. Los murcianos
hablamos un castellano —o español, como quieras— murciano, y tampoco lo
hablamos igual todos los murcianos. Mira, pocos más autorizados para aclararnos
la diferencia entre panocho y habla murciana —la de nuestra tierra— que Vicente Medina, el autor de Aires
murcianos; ¿sabes lo que
dijo?
—Ahora
me sales con otro nombrecico; ya
quieres liarme. Tú, con tal de dártelas…
—O
sea, que no sabes de quién te estoy hablando; ¡¿no conoces a Vicente Medina?!
¡¿no has oído hablar del autor de La
Barraca, de Cansera, de Abonico?!, de...
—¿¡Abonico!? ¿¡Como el blog de Pepe Abellán!?
—Sí,
como el blog de… ¡eso!
—¡Pues
ahora me entero!
—¡No
te digo!, ¡menudo mendrugo!; te hablo del gran poeta de Archena, que no escribió en panocho, que lo hizo en murciano, y
que en 1933 grabó para el Archivo de la palabra este clarísimo testimonio:
En mi tierra se cultivaba un lenguaje
llamado panocho, lenguaje de soflamas carnavalescas, que imitando el habla
regional, la ridiculizaba con acopios de deformaciones y disparates grotescos,
me indignaba por eso este panocho. Tal indignación engendró mi ansia de
reivindicar el lenguaje de mi tierra, que no era, ni es otra cosa que un
castellano claro, flexible y musical, matizado con algunos provincialismos de
carácter árabe, catalán y aragonés. En toda la región murciana y en parte de la
de Albacete, Alicante y Almería, tierras linderas, se habla tanto por la gente
fina, como por la gente del pueblo, tal como yo hablo en mis Aires Murcianos.
—¡Vaya!
—¿De
acuerdo?
—Totalmente
de acuerdo... don Vicente.
Pues no tan de acuerdo,permitame.Bajo mi humilde opinión los murcianos hablamos un castellano murciano con inclusión de bastantes acepciones panochas en mayor o menor cantidad dependiendo de la zona donde te ubiques.Es decir ni hablamos en cien por cien panocho ni hablamos en cien por cien murciano,es una mezcla de ambos bruta y tosca en casos muy extremos.
ResponderEliminarSaludos
Bueno, Francisco, es difícil estar de acuerdo en todo. Si algún día nos vemos me gustaría hablar de esto contigo; mientras tanto, si puedes, echa un vistazo a JUICIOS CRÍTICOS SOBRE PANOCHO Y MURCIANO, en las págs. 732-736 del «Vocabulario de las Hablas Murcianas», de Diego Ruiz Marín; ya me dirás qué tal.
EliminarUn saludo.
Yo me pienso q'er panocho è un dialehto der Murciano, hi he sentío que hay lu menòh saì u siete manerä de platicà murciano, asín tenemö que sigún er sitio y si ehtá mu lenjö o màh cerquica de la güerta pòh se platica d'una manera u d'otra, u arreglao a l'edá de la presona se dicen unä parablä y se habla diferente, por norma cuanto màh zagalico s'è màh apaecío ar cahtillano se dicen lä cosä. Yo soy d'armería y en mi zona s'habla asín, pero cá vèh menòh, agora ya s'ehtá perdiendo muncho.
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